En Historia Universal de las Soluciones. En busca del talento político, el prestigioso filósofo y pensador contemporáneo José Antonio Marina se pregunta: ¿dónde aprenden los políticos a cumplir con su cometido, es decir, a solucionar los problemas de la sociedad? Investigador de la teoría de la inteligencia, con el objetivo de proporcionar felicidad y dignidad, aborda el aprendizaje de la política, la necesidad de auténticas escuelas del talento político, al servicio del valor de la vida humana, desde la ética, lo que le lleva a echar en falta una academia compuesta por dos escuelas: una “la de los gobernantes” para aquellos que quieren dedicarse a las funciones de la gobernanza y la cosa pública, y otra, de los “gobernados” o cuidadores de la sociedad para concebir y elegir tanto el mejor talento posible, como el mejor potencial y credibilidad para lograr los objetivos esperables. Es decir, el encuentro imprescindible entre el talento político del gobernante y el talento político de los gobernados.
Así, en Euskadi, en nuestro viaje permanente hacia la solución particular de la felicidad y talento requerido, afrontamos una importante cita electoral el próximo domingo, eligiendo nuestro Parlamento, con la oportunidad de optar por la joya del determinismo democrático que designa a sus representantes en la máxima institución del país. Nuestro voto propiciará la mejor opción entre los aspirantes a presidir nuestro gobierno. Atendiendo a las siempre cuestionadas prospecciones demoscópicas, parecerían dos los potenciales candidatos y sus respectivas fuerzas políticas que los apoyan: Imanol Pradales (EAJ-PNV) o Pello Otxandiano (Coalición Bildu).
Siguiendo a Marina, el talento del gobernante para la “cosa pública” marcaría ya significativas diferencias entre ambos (ellos como líderes y sus equipos y compañeros de viaje). No solamente sus carreras personales y profesionales son significativamente distintas y distantes, sus trayectorias político-institucionales individuales y de grupo., su participación en lo construido (o no) en este país, y el comportamiento “político” huella de sus respectivos partidos e implicación personal, directa o indirecta. El primero (Imanol Pradales), en el marco de equipos comprometidos con el riesgo de decidir, la dificultad en abordar iniciativas complejas con un propósito y vocación de servicio con resultados positivos observables que nos han traído como sociedad y país hasta aquí, a lo largo de los años resumiendo la satisfacción de 8 de cada 10 encuestados en los estudios demoscópicos en curso, mostrando su confortabilidad y valoración positiva con el estado del país. El otro (Pello Otxandiano), aparentemente oculto en las barricadas de la coalición que hoy le propone, obstaculizando toda iniciativa o proyectos encaminados a construir el futuro que la sociedad apoyaba y demandaba, de forma democrática. Objetivos y propósitos diferenciados y, medios para su logro, también enfrentados. El primero, desde el estricto respeto a la democracia en el marco ético y humanista esencial para la convivencia. El otro, con el desprecio a las reglas del juego y las mayorías democráticamente expresadas, arrogándose un supuesto mandato que le “legitimaba” al uso de la violencia, el terrorismo como línea dirigente de su historial destructivo. Hoy, este segundo aspirante, reclama vivir “un nuevo ciclo”, que pase página, sin haberla leído previamente, dando por sentado que no solamente no pasó nada en aquellos años, sino que todo empieza de cero, desde el punto de partida en el que ellos han decidido iniciar su recorrido (eso sí, bajo la dirección oculta de quienes les dirigían antes, lo hacen hoy en la sombra, y lo harán mañana con sus estructuras vigilantes), en un viaje obligado a volver a empezar bajo sus nuevos descubrimientos y reglas del juego. Hoy, desde este nuevo mundo recién descubierto, ofrecen a la sociedad vasca “una mano tendida para la cooperación imprescindible con la que afrontar un desafiante y exigente futuro”. ¿Pedirán y lograrán su ansiada colaboración a quienes extorsionaron, persiguieron, desacreditaron socialmente, aislaron de sus pueblos, secuestraron, colocaron en la diana y, en último caso, eliminaron desde la violencia terrorista que ellos abanderaron y activaron como “estrategia del sufrimiento” en su supuesta defensa de los deseos de la mayoría del país? ¿Con su apuesta colaborativa reconducirán a todas las fuerzas sindicales, populares, sociales, funcionariales, que han venido alentando durante años para tomar las calles de nuestros pueblos y ciudades culpabilizando a toda autoridad y responsable público o privado de cualquier entidad, institución, empresa? ¿Pedirán a este “talento de los gobernados” un cambio de timón para compartir con el “talento gobernante” el retador espacio de futuro? Bienvenidos al futuro desde un descubrimiento del mundo real, de las reglas de la democracia y del respeto a los derechos humanos. Les deseamos, por el bien de este país, un rápido reconocimiento del mal y destrucción causados y un acelerado aprendizaje de lo que supone vivir en democracia y gobernar al servicio del país y su gente.
Es aquí, precisamente, el momento de apelar a la segunda parte de la ecuación de Marina: “El talento de los gobernados”. Es en esta parte donde reside no solamente la democracia, sino el modelo de país y sociedad al que se aspira. Somos los “gobernados” quienes tenemos la responsabilidad y el derecho a elegir a nuestros representantes y gobernantes. ¿Qué futuro aspiramos construir para nosotros y próximas generaciones? ¿Cómo y con qué medios deseamos alcanzarlo? ¿Qué rol habremos de jugar en cada momento del proceso? El camino recorrido hasta hoy y sus resultados no solamente han sido cuestión de objetivos distintos, sino de medios, muy diferentes, que no llevan tampoco a objetivos finales iguales, aunque pudieran parecer un engañoso sinónimo. Hemos testado y probado ambos caminos recorridos. Son toda una lección aprendida.
Talento político en gobernantes y talento político en gobernados. Ambos conjugan la felicidad, bienestar, prosperidad que supone el cometido esperable de una sociedad viva, democrática, humana, ética y comprometida con los demás. Hoy, Euskadi, es un país democrático, miembro destacado de una Europa a la búsqueda de reinventar su espacio estratégico en el mundo, desde su núcleo humanista diferencial, y esencial, privilegiado en los niveles comparados de riqueza, bienestar y prosperidad, que ha sabido generar y conjugar fortalezas en sus capitales humano e institucional, liderando los niveles de igualdad, de empleabilidad, de educación-formación, y en una posición destacada para coliderar las desafiantes transiciones verde, digital, tecnológica de bienestar, salud y seguridad social demandadas. Esta es la Euskadi real que hemos sabido cocrear en una cooperación entre gobernantes y gobernados, construyendo pese a los obstáculos del NO. Hemos de seguir impulsando su camino para dar con las soluciones a las siempre, inacabables, demandas que la sociedad exige y exigirá.
Hoy, ante las dificultades, ante la sensación individual de pérdida de referentes y/o de perspectiva de futuro, no podemos incurrir en el error que resalta y recuerda Marina: “Aceptamos el erróneo sinónimo de gobierno, con gran irresponsabilidad. Política no es el ejercicio del poder, sino la totalidad de la cosa pública, y políticos son todos los habitantes de la ciudad (Polis), no solo los gobernantes. La sociedad entera es política y, en consecuencia, hacemos política entre todos: gobernantes y gobernados”. Volver a la ecuación al completo: confrontar el talento para el servicio creativo/constructivo. Talento compartido gobernantes-gobernados. Es esta la única receta viable para colaborar en las soluciones a las muchas variables, cambiantes problemas y retos que hemos de afrontar.
Las urnas, a la espera de la decisión del talento político de los gobernados.