Lo del peor programa de la semana ya se lo apropió Wyoming hace un tiempo y acabó de aquella manera. Ahora, hemos tenido por aquí un programa que se ha hecho llamar El mejor de la historia, nada menos, que pese a tanta pompa en el nombre ha sido un programa malo que ha terminado de forma similar. Y si no ha sido el peor programa de la historia es gracias a que Tele 5 lleva años esforzándose mucho para que nadie le quite la plaza.

Al programa de Silvia Intxaurrondo le ha fallado todo menos la presentadora, por mucha inquina que le tenga cierto periódico. Ella ha estado espléndida, la verdad, pero les ha fallado el tono del programa. Ha quedado confuso ponerle tanta pompa a la decisión, vestirse de gala y que al mismo tiempo pareciera un programa de pitorreo.

Por lo que sea no quedaba muy creíble ese público desatado que animaba a Hernán Cortés, Agustina de Aragón y Rosalía de Castro con más ímpetu que un estadio de fútbol celebrando los goles de su equipo. Sí, era tan desconcertante como cuando el público de La ruleta canta a las Mamachicho sin saber que se han equivocado de cadena.

Aquí también alguien se ha equivocado de cadena, porque esta adaptación en verso libre de un programa de la BBC parecía perfecto para La 2 con un poco de aire desenfadado, que siempre viene bien, pero al ponérselo a La 1, le han saltado las costuras y lo han convertido en un programa frankenstein hecho con trocitos de wikipedia, actuaciones humorísticas, youtubers haciendo de reporteros, una lista histórica al estilo 40 Principales y que no falten los famosos-para-todo.

¿Qué ha sido esta extraña mezcla? Perdonen el símil con el chiste, pero si vamos a setas, vamos a setas y si vamos a Rolex, vamos a Rolex. No vale vestirse de acontecimiento histórico anunciando que elegirán el mejor personaje histórico ambientado con toda la discografía de Ferreras en Al rojo vivo y a cada rato convertirlo en la subasta de chistes del Un, dos, tres. 

Ha sido un error mezclar personajes del pasado y del presente. De hacerlo, los contemporáneos tenían que haber tenido su propio programa para elegir a su finalista y al menos así habríamos sacado algo en claro. De la misma forma, los combates de los históricos también podrían haber ido por siglos o por categorías (de acuerdo a su profesión) en lugar de montar ese batiburrillo que ha impedido sacar nada en claro. 

De El mejor de la historia apenas se puede decir que ha ayudado a poner en valor a Ramón y Cajal y a un notario. Pero lo ha hecho ante solo 430.000 personas y el 6% de audiencia (llegó a caer al 3,3%). Se esperaba mucho de este formato, pero es evidente que no han sabido hacer historia.