Me empeño en ser un idealista y en clamar que aprovechemos la invasión rusa sobre Ucrania para librarnos del yugo de Putin y sus recursos energéticos. Pero si lo que hacemos es cambiar a un sátrapa por otro, o por un Emir, realmente, no avanzamos nada: solo retrasamos el problema, porque un Maduro de turno (“La petrolera española Repsol y la italiana Eni podrían empezar a enviar petróleo venezolano a Europa el próximo mes”, tuitean en The Political Room), o uno de esos dictadores árabes, pueden causar daños similares a los que está infringiendo Putin, pero sobre pueblos más invisibles que el ucraniano.