Parece que Juan Carlos I volverá a España antes de final de mes, y lo hará, no puede ser de otra manera, rodeado de sus más fieles amigos y como el ricachón y vividor que es. Después de la primera foto, que será buscada con ahínco, y las primeras crónicas, todo volverá a ser como antes: el emérito hará vida en España y donde le venga en gana con las únicas limitaciones que las de su propia edad. Lo que peor llevo (porque siempre supe que saldría ileso) es que parte de la fiesta, aunque haya quedado acreditado que tiene una fortuna millonaria de origen entre incierto e indignante, la pagarán nuestros impuestos.
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