l autor de estas líneas ha dudado y mucho en escribir estas líneas, y ha dudado incluso más en dar los pasos precisos para que vieran la luz, es decir, de que se publicasen. Sería una especie de complicarse inútilmente su vida y opinar con palabras y reflexiones no “bienquedas” y que le puedan señalar como no políticamente correctas u oportunas, o incluso enemigas del futuro y de la paz. Pero al autor de estas dudosamente bien escritas líneas le duelen y preocupan más otras cuestiones. La honestidad y la coherencia, por ejemplo. Bien sabe el autor de estas reflexiones que le salen de dentro que no lo sabe todo, y quizá sabe que cada vez le cuesta más saber de lo que sabiendo de lo que cree saber, sabe que cada vez sabe menos. No es ningún juego de palabras, no es ningún laberinto lingüístico, no es ningún divertido acertijo. Es, sencillamente, el muy humilde reflejo dolorido y pelín descorazonado de quien observa situaciones que en la Euskadi de 2022 no le cuadran en su humilde lógica de ciudadano y observador de la realidad que el cree esperanzadora del entorno que le circunda. Me refiero esta vez a los reiterados supuestamente espontáneos apoyos ciudadanos a pie de calle a Mikel Albisu Iriarte, Mikel Antza.
Así, el pasado 21 de diciembre, Santo Tomás, gran día donostiarra por cierto, Mikel Antza fue recibido a pie de calle por conocidos y referenciales personas de la llamada ahora izquierda independentista, con aplausos de ánimo incluidos y explícitas pancartas de apoyo del partido político Sortu, mostrando su cercanía y solidaridad a su llegada al Palacio de Justicia de Donostia donde el mencionado Mikel Antza estaba llamado a prestar declaración, esta vez por videoconferencia, en un procedimiento que se le había abierto como imputado por su presunta responsabilidad en la presunta también toma de decisión de asesinar al concejal electo por los donostiarras del ciudadano Gregorio Ordóñez asesinado, valga la redundancia, vilmente mientras comía despreocupado en el bar La Cepa de la Parte Vieja de un cobarde y alevoso tiro en la nuca hace 27 años. Por la espalda, obviamente. Quien subscribe estas líneas no siendo del PP, ni mucho menos, lo cual es obvio para quien haya leído alguna vez sus torpes líneas, es más, siendo un contumaz nacionalista vasco confeso, afirma desde la enorme distancia ideológica y política con el asesinado la plena legitimidad democrática y política que le arropaba a Gregorio Ordóñez a defender sus postulados políticos ante la sociedad y ante la ciudadanía donostiarra.
Gregorio Ordóñez era legítimo concejal del consistorio donostiarra por voluntad democrática de parte de los ciudadanos y ciudadanas, un tema pues nada baladí. No hablaré de las supuestas responsabilidades logísticas del señor Mikel Antza en aquellos tiempos, pues los desconozco, ni pretendo saberlas, no me importan. No lo sé. Es más, el señor Mikel Antza se negó a declarar haciendo uso de sus derechos civiles. Nada que estuviera fuera del ordenamiento jurídico en un estado de derecho. Es decir, ejerció legítimamente sus derechos constitucionales y civiles. Nada que reprochar. Nada, absolutamente nada. Estaba en su derecho. Cumplió su condena.
Sí, lo reitero: dicho señor cumplió su condena, después de ser detenido desde 2004 hasta 2019 por sus supuestas responsabilidades como número uno del aparato supuestamente político de la organización en años no precisamente vislumbradores de finales de ETA y de su futuro alto el fuego y posterior disolución. Y hoy es un ciudadano libre, con todos sus derechos civiles, como yo y como usted, amable lector o lectora.
Más tarde, el 19 de enero, víspera del gran día de Donostia, más de un centenar de conocidos escritores y no menos conocidos editores vascos le mostraron su apoyo en contra de su imputación por su siempre presunta responsabilidad en la presunta toma de decisión del asesinato de Gregorio Ordóñez. La Plataforma autodenominada nada menos que “Eman Bakea” manifestó su apoyo a Mikel Antza con una declaración realizada a pie de calle junto al quiosco del Boulevard donostiarra. Del contenido de la declaración y sus reflexiones no pretendo realizar ningún comentario por cierto cansancio y pudor personal. Sí en cambio quisiera manifestar mi auténtico estupor personal al ver alguna de las firmas que avalan el comunicado de apoyo. Juraría que más de uno ha firmado un contenido del que discrepan, al menos parcialmente.
El autor de estas líneas, creyendo que ya lo sabía todo, o casi todo, hace constar su muy profundo disgusto, malestar, desazón moral, ético e intelectual e incredulidad total ante esta triste coyuntura y sus alambicadas circunstancias más o menos envolventes.
La ética de la política, o si quieren ustedes la política de la ética, para oprobio de la propia ética y de la política, y del sentido común y de la consideración hacia el asesinado y su familia ha sido vergonzantemente barrida, manoseada y manipulada por un intento de maldito mal entendido buenismo parcial sectario. Blanqueo puro y duro. Quien escribe estas líneas lamenta muy profundamente que personas relevantes en el ámbito de las letras, de la literatura vasca, y de las editoriales que les dan luz hayan tomado una postura de parte que obvia sufrimientos de familiares a cuyas víctima y asesinados deben visitarlas en los silencios de los cementerios. Como Gregorio Ordóñez. Me preocupa. Me duele. No salgo de mi asombro ante personas que en tiempos duros mantuvieron una conducta ejemplar y que ahora se presten a tales maniqueas puestas en escena. Es lo que pienso. Y por eso lo digo. Admito que yo pueda estar equivocado, incluso profundamente equivocado y con el foco desviado, pero prefiero correr el riesgo de errar en mis valoraciones y consideraciones a callar ante algo que considero, sinceramente y como menos, desgarrador, no presentable y preocupante cara al futuro de la sociedad vasca, cara al futuro de Euskadi.
Habría espacio y tiempo para hacer otra serie de consideraciones políticas respecto a últimas decisiones adoptadas en el seno de la llamada Izquierda Independentista, pero las dejaremos para otro momento. Las mencionadas muestras de apoyo a Mikel Antza son legales, sí. Ciertamente es legal lo que últimamente hemos visto. Sí, por supuesto, por supuesto. Pero, pero es ético? ¿Hablamos de actitudes que se circunscriben a los ámbitos de la ética? Cada uno/a, cada ciudadano/a tendrá su respuesta particular, intransferible e íntima. Porque cierto es que pueda haber política sin ética, y ética con o sin política, pero el pasar página, el mirar al futuro, el proponer la convivencia entre dispares, el mañana de generaciones de vascos y vascas a construir, requiere creo yo, de otro tipo de actitudes, conductas, palabras, declaraciones, reflexiones, sensibilidades y sobre todo de capacidad de autocrítica con una mínima dosis de sinceridad personal y colectiva.
Aplausos, cierta arrogancia, chulería incluida, cierta autosuficiencia comportada, ciertas sonrisas, apoyos, pancartas, firmas, declaraciones a pie de calle a favor de qué, de quién, por qúe, por quién, debido a qué. Las varas de medir sirven en ocasiones también para medir las propias varas. Varas diferentes. Diferentes medidas. Creo que, tristemente, tenemos un problema. Es mi opinión y así la manifiesto. Sea.