l pasado 5 de octubre se retiró el jugador de baloncesto Pau Gasol. Si bien al final todo se resumió en su trayectoria, más que conocida, merece la pena resaltar dos ideas que deslizó en su discurso y no han tenido el peso adecuado en los medios. En primer lugar, comentó que “me dijeron que es más difícil mantenerse que llegar a la élite. No estoy de acuerdo. Yo siempre he intentado ser mejor”. El dicho cotidiano nos recuerda que lo difícil es mantenerse, pero sin embargo Gasol tiene razón. Si llegamos a un punto y nos quedamos tranquilos por “tener la vida hecha”, para cuando nos damos cuenta estamos sin trabajo, sin pareja o tumbados viendo las múltiples pantallas que inundan nuestra vida y sin energía para hacer nada más.
El segundo comentario de interés lo realizó cuando expresó lo que iba a ser su futuro. De la misma forma que muchos deportistas (y expolíticos) buscan ser comentaristas o tertulianos para “vivir del cuento”, en este caso la idea de Gasol es “hacer muchas cosas”, lo que se denomina amplitud. Si uno decide ser entrenador y no encuentra equipo lo lleva claro. Nos fijamos siempre en aquellos que están ejerciendo su profesión; no en aquellos que no la están ejerciendo. Si pensamos en fútbol, el mercado más fuerte está en dos categorías: primera y segunda división. En total, 42 equipos. Sí, uno se puede ir al extranjero, pero sin carrera reconocida o amigos es muy difícil. La política da más posibilidades, ya que siempre se pueden inventar puestos a medida. No obstante, tiene otro riesgo: estar en el grupo adecuado dentro de un partido. Dentro de las luchas internas existentes en cada uno, el ganador se lo lleva todo. Y como los entrenadores de fútbol, no vemos a los políticos que no han podido alcanzar el puesto soñado. Tampoco a los expolíticos, a no ser que sean muy competentes en una labor profesional o cultural concreta.
Volvemos al concepto de amplitud. Es innegable que los puestos de trabajo de turnos fijos de 8 horas van a la baja, y eso nos lleva a buscar otras posibilidades laborales. Claro que si al final se destaca mucho en una siempre se puede encontrar un camino profesional más claro, pero lo más útil es aspirar a pequeños puestos. En todo caso, el concepto de amplitud es muy poderoso. Acuñado por David Epstein, se demuestra a partir del mismo que la mayoría de las personas que han triunfado (aquellos que lo han hecho por sus contactos no deberían estar en esta clasificación) lo han hecho probando diversos caminos, hasta llegar al adecuado. Esta idea nos demuestra que un estudiante es más eficiente si realiza otras actividades como dar unas clases particulares a niños, deporte, danza o un pequeño trabajo. Lo mismo ocurre en otros órdenes de la vida: es difícil ser feliz si sólo estamos en el trinomio trabajo/vida familiar/descanso.
Por cierto, este es un problema grave en la vida política. Valoremos otro posible trinomio: parlamento/vida de partido/captación de información. De la misma forma que para un martillo todo es un clavo, para muchos políticos todo es política, y los hechos que perciben a su alrededor siempre demuestran que los suyos son los buenos.
La amplitud es una buena idea para abordar la carrera de vida en la que todos estamos inmersos. Se puede llevar de diferentes formas, cada uno a su manera: viajes, amigos, lecturas, actividades, trabajos, estudios. Es cuestión de elegir.
Sin embargo, es difícil elegir en tiempos de incertidumbre, como los actuales. La vida siempre ha tenido ese matiz: la única certidumbre es la incertidumbre. Lo que ocurre es que al echar la vista atrás no tenemos en cuenta las dudas que teníamos en aquellos momentos. Pensemos en el confinamiento del pasado año, cuando no podíamos salir de casa. Ahora no nos parece tan grave, pero ese momento fue muy duro. En la actualidad, las olas del coronavirus se han ido contrarrestando con el desarrollo de las vacunas y la mayor eficacia de las medidas preventivas.
Hoy en día los problemas más graves son otros: la subida de la luz asociada a la subida de materias primas y del transporte (traer un contenedor desde Asia ha pasado de los 1.000 a los 15.000 euros) nos lleva a tener una alta inflación y una bajada de la calidad de vida. Además, temas como las pensiones, el desempleo o la situación de los jóvenes permanecen estancados. Son los retos macro que se deben afrontar desde todas las vertientes: públicas, privadas y personales.
La fábula del león y la gacela nos recuerda que para sobrevivir deben correr; el primero para no morir de hambre, la segunda para que no le coman.
En la carrera de la vida, cuesta buscar el mejor camino.
Se deben probar varios.
Se deben probar ya.
* Javier Otazu Ojer es profesor de Economía de la Conducta en la UNED de Tudela