l próximo 3 de marzo se cumplirán 45 años de la masacre que conmocionó al pueblo de Gasteiz. 45 años desde que la policía arrasara a tiros una asamblea obrera. 45 años de dignidad, de lucha constante para que no caiga en el olvido y por hacer justicia. Durante este tiempo vamos perdiendo voces que cuenten en primera persona aquellas luchas obreras, aquellas incipientes organizaciones, la gestación de redes solidarias o la defensa de los derechos sociales, económicos y políticos. La última, hace pocos días, cuando expiró la voz de Jesús Fernández Naves.

El 3 de marzo de 1976 está grabado con sangre en la memoria de esta ciudad. Pero esa misma ciudad está en deuda y debe trabajar para que no se borre de la historia, no sólo lo que pasó, sino también el por qué. Debemos detallar a las generaciones actuales y futuras las razones que llevaron a aquellas miles de personas a salir a las calles, a luchar por sus derechos. Debemos explicar por qué arrasaron con botes de humo y balas una asamblea y debemos contar también el trabajo incansable que se ha hecho desde entonces en busca de la verdad, la justicia y la reparación.

Desde aquellos primeros años, el pueblo no ha olvidado. Varios fueron los intentos fallidos para colocar un monolito hasta que en el décimo aniversario consiguieran colocar el puño con cinco barras en el mismo punto en el que fue asesinado Pedro Mari Martínez Ocio. Después llegarían otros monumentos, intervenciones artísticas y murales. Todo ello sin olvidar la aportación que la música, el cine o la literatura han hecho a la memoria del 3 de marzo durante estas más de cuatro décadas.

Pero todavía falta un paso. Es imprescindible que la Iglesia de San Francisco de Asís, escenario de aquella trágica tarde, se convierta en un centro para la memoria. EH Bildu ya lo planteó en 2011 y ahora, con la iglesia cerrada al culto, esa reivindicación tiene más sentido si cabe. ¿Alguien se imagina que el centro memorial al holocausto no estuviera en Auschwitz? ¿O que el penal que acogió a Nelson Mandela durante 27 años no fuera ahora un centro museo sobre el apartheid? ¿Cómo se podría explicar que aquel motel de Memphis donde fue asesinado Martin Luther King no fuera ahora un museo? Y sin ir tan lejos, ¿cómo no iba a recordar Gernika su propio bombardeo?

A lo largo y ancho del mundo existen muchos ejemplos sobre centros de la memoria. Y muchos de ellos tienen algo singular: que se ubican en el mismo espacio en el que sucedieron los hechos. Por eso Gasteiz no debe dejar pasar la oportunidad. La Iglesia de San Francisco de Asis diseñada por el arquitecto Peña Ganchegui es, en sí, un monumento arquitectónico. Pero sus paredes y ventanas son, todavía hoy, testigo mudo de esa masacre. De hecho, todavía se pueden observar agujeros de bala.

Es por ello que se debe poner en marcha sin dilación un proceso para convertir la Iglesia de San Francisco de Asís en un centro para la memoria del 3 de marzo y de todo lo que envuelve a esa fecha. En primer lugar, el Obispado, en colaboración con las instituciones si fuera preciso, debe buscar un lugar alternativo a la exposición de belenes que acoge en la actualidad. No dudamos del interés que despierta esa exposición pero creemos que puede renunciar a un espacio tan singular y significativo como el que ocupa ahora.

A partir de ahí, en colaboración con los movimientos memorialistas y, sobre todo, con las propias víctimas, se deben definir los contenidos de ese centro de la memoria, así como su gestión. Desde EH Bildu apostamos por un centro dinámico y didáctico que permita explicar las causas, los hechos y las consecuencias y que de la opción de desarrollar actividades diversas (charlas, proyecciones, actuaciones de pequeño formato…) en el centro.

Un centro dirigido a todos los públicos: a quienes viven y a quienes nos visitan; a quienes lo vivieron en primera persona y a quienes no conocen qué fue y qué significa el 3 de marzo de 1976. Bienvenido Pereda, Francisco Aznar, Romualdo Barroso, Pedro Mari Martinez Ocio y José Castillo se lo merecen. Las más de cien personas heridas de bala se lo merecen. Gasteiz se lo merece. Que sus nombres y su lucha no queden en el olvido.

La autora es portavoz de EH Bildu en el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz