uántas veces has escuchado las palabras “ciencia, “científico” o “investigación” en el último mes? Estoy convencido de que ha sido trending topic en el Gobierno y los medios de comunicación. Sin embargo, nuestro covidizado país es también uno descienciado. Y es que puede ser momento de que la Real Academia de la Ciencia considere este palabro como nuevo término en nuestro vocabulario. Descienciar se podría definir como la acción de un gestor que desemboca en el empobrecimiento del tejido investigador de un país a través de la ausencia de estrategia y dotación presupuestaria.
Esta terrible pandemia nos ha mostrado que los avances científicos están en el corazón de muchas de las comodidades que disfrutamos como sociedad. El diagnóstico y tratamiento de enfermedades es un ejemplo ilustrativo estos días. Ahora que las vacunas contra el SARS-CoV-2 apremian, he leído y escuchado en varios medios que “la investigación va muy despacio”.
He recibido docenas de convocatorias financiando investigación en covid-19, y he oído vilipendiar kits diagnósticos por no estar certificados o tener una baja sensibilidad y especificidad. También he visto muchas portadas con nuestros ministros y dirigentes arrimándose a cualquier resultado científico que orbite alrededor del covid-19. Pero la investigación en este país es como un calefactor que guardas en el trastero, que solamente desempolvas si nieva, y al que le pides que funcione como si fuera de la última generación. La ciencia en España está cubierta de polvo y telarañas. Yace en un cajón de cada Gobierno de nuestro País. Cuando nuestros gobernantes necesitan sacar pecho, buscan un científico, lo meten en una cajita de cristal y lo pasean por los medios de comunicación. Pero cuando el covid-19 pase, que pasará, los políticos volverán a poner la piedra en el mismo lugar donde la encontraron, para que cuando venga la siguiente amenaza volvamos a tropezar con ella y nos arrepintamos, una vez más, de carecer de una estrategia en I+D+i.
La Ciencia en nuestro país sirve para mucho más que para pasearla por los medios de comunicación y las redes sociales. Los centros de investigación públicos y privados han mostrado su voluntad de ayudar en los aspectos técnicos que han sido limitantes durante toda esta crisis sanitaria. Hemos puesto a disposición de nuestros gobiernos los materiales y equipos de que disponemos. Hemos estudiado, comparado y puesto a punto las opciones de detección del virus que se encuentran disponibles, y les hemos contactado repetidamente para decir que el aumento en la realización con garantías de test de detección de SARS-CoV-2 es viable si cuentan con nosotros. Investigadores e investigadoras de la mayoría de centros vascos (y nacionales) llevamos semanas trabajando para asegurar que el desarrollo de test se puede hacer con todas las garantías en nuestros centros de investigación. Técnicos de laboratorio, investigadores jóvenes y consolidados han mostrado su intención de dejar temporalmente a un lado su proyecto para participar en esta labor. Y la respuesta de nuestros líderes políticos ha sido el silencio. Nos hemos quedado esperando instrucciones fusil al hombro, mientras nos dicen que nuestro sistema de salud es autosuficiente, mientras que la falta de una estrategia y labor común impide un avance más rápido hacia la salida de esta crisis sanitaria. Aun así, los investigadores y las investigadoras seguiremos dispuestos, porque somos conscientes de que la siguiente fase de control de esta pandemia pasa por multiplicar los test diagnósticos. Los test por PCR caseros o comerciales, siempre certificados y validados, siguen siendo nuestro mejor método para monitorizar la presencia del virus en nuestra población. Y el análisis por PCR es el pan de cada día de muchos científicos en nuestros centros de investigación.
Y con esto podría finalizar mi alegato, mi pataleta. Pero esta pandemia va a degradar aún más nuestro sistema de ciencia y tecnología, algo que puede dar el golpe de gracia a la investigación en nuestro país. La financiación de la I+D+i viene recortándose desde hace más de una década. Hemos alcanzado un recorte presupuestario total del 50% en este periodo. No sólo un recorte presupuestario, sino que además las convocatorias de financiación están totalmente desestructuradas, con retrasos acumulados de años.
A estas alturas del año, seguimos esperando la resolución de la convocatoria del plan estatal de 2019 del Ministerio de Ciencia. Esto no es por el covid-19, esto ha sido una política estructural en los últimos años. Sin embargo, el covid-19 tendrá un profundo impacto sobre nuestro futuro. Atendiendo a la experiencia pasada, nuestro presupuesto de ciencia se verá recortado y maltratado una vez más. Más grupos de investigación desaparecerán. Aun así, los políticos seguirán desempolvando científicos cuando sus investigaciones den frutos, para pasearlos en su cajita de cristal por los medios de comunicación declarando a voz en grito que la investigación es un pilar central de nuestra sociedad.
El autor es investigador del CIC bioGUNE