ecía Bertol Brecht en un relato: “Cuando se está a la espera de los grandes temporales ocurre siempre que algunos pescadores amarran sus chalupas en la playa y se dirigen al interior, mientras que otros se hacen rápidamente a la mar. Si las chalupas están en perfectas condiciones estarán más seguras en alta mar que en la playa, por grande que sea el temporal. En alta mar es posible salvarlas gracias al arte de la navegación, en la playa son destrozadas hasta por las tempestades pequeñas”.
Ante el temporal del covid-19 fueron necesarios truenos en forma de contagios en Txagorritxu, relámpagos en centros escolares y una galerna en alguna empresa para que la administración admitiese que había que salir a alta mar, para proteger y mantener el máximo número de chalupas, de personas, a salvo.
Ahora estamos en alta mar, y esta navegación ha revelado muchas verdades sobre las chalupas. Desde el dar valor a los que las diseñaron y construyeron, esos que pensaron en común y a futuro, hasta ver que el mantenimiento de las mismas no ha sido adecuado.
Pocas cosas han quedado más en evidencia que el desmantelamiento sistemático de lo público y el engorde de lo privado ha dejado a las chalupas, a nuestras vidas y los servicios básicos, en condiciones precarias.
Los marineros de estas chalupas, los trabajadores sanitarios, son un sector debilitado, donde el acceso a la estabilidad de los médicos en las OPE no se basaba en méritos, donde el resto del personal tiene índices de interinidad difícilmente explicables. Y ahora todas esas personas se enfrentan a esta tempestad por todos nosotros. Hay más marineros, las limpiadoras, las cajeras, las cuidadoras... tantas personas que trabajan en sectores esenciales para la sociedad, sectores aún más precarizados en términos de estabilidad y sueldo que los sanitarios.
Por tanto esta tormenta también se está llevando por delante una concepción errónea del mundo laboral.
Para capear este temporal necesitamos el arte de la navegación. Eso no es vestirse de marinerito, sino conocer las corrientes y cuándo dejarse llevar, conocer los vientos y dónde hacerles frente, conocer nuestra posición para poder volver.
Y ese conocimiento está repartido en las personas de la comunidad. Por eso nuestro grupo, EH Bildu, desde el inicio de esta tempestad ha ofrecido todo su saber y ha planteado una mesa de emergencias conjunta.
Llevamos todo este camino aportando ideas y propuestas. Propuestas económicas sobre impuestos y tasas, sobre alquileres; propuestas en educación, sobre brecha digital y compensación de desigualdades; propuestas sociales desde las más básicas de comida, de atención en casa y en residencia a los mayores, de ordenación de los servicios; propuestas de formación para el empleo, para hacer frente a lo que vendrá después; propuestas para el comercio; propuestas para la desinfección del espacio público con recursos disponibles; propuestas todas para no dejar a nadie atrás.
Propuestas, en resumen, para ayudar en la navegación, en estas chalupas con madera envejecida, velas remendadas demasiadas veces, y un timón que ha visto días mejores, sabiendo que ahora toca tapar vías de agua, fijar el destino de navegación adecuado y mantener a todas las chalupas a salvo. En esas estamos y ahí está nuestro compromiso.
De igual manera, a lo largo de esta navegación la cabeza va tomando apuntes, tanto para empezar a diseñar como volver cuando el temporal amaine, como para planificar qué debe hacerse de forma diferente a la vuelta, antes de que llegue el siguiente temporal.
Afortunadamente podemos tomar medidas para que este temporal amaine. Tenemos que aumentar el número de test que se hace a la población, como lleva tiempo pidiendo la OMS. Tenemos que mantener el confinamiento, el distanciamiento, todo el tiempo necesario para proteger a los más vulnerables. Ir reduciendo la tormenta y así empezar la vuelta a tierra.
Y a la vuelta, es nuestra responsabilidad usar todo lo aprendido. No hay una vuelta a la normalidad, porque el concepto de normal ha cambiado. Pero podemos dar valor a lo que realmente lo tiene, como decía Machado, “es de necios confundir valor y precio”.
Los temporales descolocan y también ponen muchas cosas en su sitio. Los sistemas de seguridad social, los sanitarios, el concepto de estado del bienestar, todos ellos nacieron de otros grandes temporales.
Ese será nuestro reto, seguir guiándonos por la brújula correcta, si es que algo hemos aprendido del temporal.
La autora es portavoz de EH Bildu en el Ayuntamiento de Gasteiz