Estamos estos días revueltos en nuestro templo del cortado mañanero porque a su vuelta de vacaciones, nuestro querido escanciador de café y otras sustancias se ha creído a pies juntillas eso de que Trump podría aterrizar en Foronda, así que nos ha colocado al becario (es decir, su hijo) a la puerta del bar con un detector de metales no sea que su señoría hiciera parada y fonda en el lugar camino a Biarritz y los del servicio secreto le cantaran las cuarenta. Con la tontería, el cachondeo que se produce cada vez que aparece alguno de los viejillos y pita la cosa es importante. Lo que no termina de ver claro la mayoría es el despilfarro de medios, y por lo tanto de pasta gansa, que supone organizar una reunión de éstas. Alguno de los presentes planteó el otro día que si los mandatarios en cuestión no pueden hacerse unas vídeollamadas por el móvil como hacen con él sus nietos, aunque una vez le pillaron en el baño y las lindas criaturas vieron en la pantalla a Dora, la exploradora. No quise preguntar a qué se refería la metáfora. Así que mientras esperamos a Trump o a quien sea -que Foronda da para mucho o eso dicen- los más mayores del lugar han organizado su Gin 7, forma fina de decir que han quedado para echarse unos muses y pegarle al bebercio mientras tanto.
- Multimedia
- Servicios
- Participación