Salvo que por estas fechas una esté bajo la sombrilla repantingada en una buena tumbona con un buen libro entre manos y una cerveza fresquita cerca, reconozcamos que el verano no está para grandes alegrías. Si frecuentan los medios de comunicación, conocerán los distintos frentes noticiosos que alimentan la hipótesis de un inminente apocalipsis. Cambio climático a gogó, Salvini y la UE entera -no nos engañemos- entre el ridículo y la inhumanidad más flagrante con la catástrofe humanitaria del Mediterráneo, guerra comercial entre China y EEUU -y el uso del término guerra tiene bastante sentido-, la locomotora alemana dando síntomas de haber petado, Boris Johnson en plan personaje surrealista tipo Wilt de Tom Sharpe -buena lectura veraniega por cierto- pero con bastante menos gracia al frente del Brexit, el horror que nunca parece acabar de la violencia machista y las agresiones sexuales, las nucleares Pakistán e India reverdeciendo laureles del conflicto de Cachemira, las protestas antigubernamentales de Hong Kong al pil pil... Y Donald Trump llega para alegrarnos el día. Parece que ha comentado con algunos asesores la idea de comprar Groenlandia. Si no fuera por estos momentos de humor... ¿Alegrar el día? De pronto he recordado a Harry Callahan.
- Multimedia
- Servicios
- Participación