Símbolos como la mano roja creada en Iruña, y extendida a otros puntos, marcan el rechazo a la violencia machista siempre, también y especialmente en momentos festivos como los que viven estos días muchas localidades alavesas y vascas. Disfrutar en igualdad, que las mujeres se puedan sentir libres en cualquier espacio festivo, es el objetivo y el reto. Una apuesta esencial para sensibilizar a la ciudadanía contra las agresiones y el acoso a las mujeres garantizando espacios que no dejen lugar a dudas sobre el rechazo a esta lacra. Si la violación cometida por los cinco integrantes de La Manada en los Sanfermines de 2016 marcó un antes y un después en la concienciación social del rechazo a la violencia contra las mujeres en todas sus manifestaciones, no es menos cierto que las agresiones se siguen produciendo y lo hacen a lo largo de todo el año, pero también en el contexto festivo. Lamentablemente lo hemos visto en las fiestas de La Blanca y también más recientemente en la Aste Nagusia donostiarra, donde ayer mismo una socorrista denunciaba un intento de agresión en los vestuarios de la playa de La Concha y se conocían otras dos denuncias por tocamientos, una de ellas a una menor. Ahora Bilbao toma el relevo entre las capitales vascas en el espacio festivo con la Aste Nagusia, que este año cumple su 41º edición y lo hace con un marcado carácter solidario e integrador como queda claro con la elección de la pregonera de este año, Beatriz Sever, portavoz de Naizen, la asociación vasca de familiares de menores transexuales, lo que supone toda una declaración de principios sobre el carácter inclusivo y de respeto absoluto a la diversidad que caracteriza y debe ser una de las bases sobre las que se asienta el modelo festivo en cualquier ciudad o pueblo. Un respeto que debe entenderse y asimilarse como un valor absoluto, especialmente durante las fiestas, periodo en el que no cabe ningún tipo de excusa, como la ingesta excesiva de alcohol, para explicar o justificar actitudes contrarias a la integridad o dignidad de personas o colectivos. Hay que seguir diciendo no y denunciando cualquier tipo de actitud discriminatoria u ofensiva, conductas sexistas o machistas, ataques o cualquier tipo de violencia contra la mujer por el hecho de serlo. En este caso Bilbao quiere dejar claro que solo un sí libre y explícito significa sí. Lo demás es, simplemente, un rotundo no.