Tras 17 meses de su controvertida y polémica unión, el más que extraño Gobierno italiano amarillo y verde, parece haber llegado ahora de forma definitiva al final de su forzada convivencia. La crisis del tren de alta velocidad entre Lyon y Turín así como los profundos enfrentamientos respecto a la Ley Financiera que se atisba en el horizonte más próximo parecen haber sido los detonantes de la rotura de las relaciones entre ambos partidos. Así pues, el ministro de Interior y líder de la Liga, decidió el jueves unilateralmente dinamitar la coalición que había formado con el movimiento populista 5 estrellas y, poco después, anunciaba una noción de censura. El hecho de que en las últimas elecciones europeas logrará aglutinar a todas las fuerzas de la derecha -incluido Berlusconi- unido a su 34%, le hizo ver enseguida que su privilegiada posición merecía reforzar su protagonismo.

Y es que la hoguera de la inquietud mundial y, en particular del viejo continente europeo, se ve aumentada un pelín más -lamentablemente- al tratarse de una mala noticia. Tardaba mucho.