Las agresiones machistas y la violencia sexual contra la mujer no son algo exclusivo de las fiestas. Al fin y al cabo, las fiestas no dejan de ser un espejo de la sociedad y lo que en ellas sucede, para bien y para mal, refleja lo que ocurre cualquier día en nuestras calles. Este drama, esta injusticia, esta lacra para la que se agotan las palabras nos golpea cada puñetero día. En unos días hemos tenido noticia, entre otras, de una nueva denuncia por una violación en grupo a una mujer en Benidorm, apenas unas horas después de que la Ertzaintza confirmara la detención de un sujeto acusado del intento de violación a una joven el pasado sábado en Gasteiz, donde también fue arrestado otro tipo acusado de tocamientos a otra joven; mientras en Donostia era enviado a prisión el agresor de una menor y en Bilbao sigue la investigación en torno a otra reciente violación en grupo de una joven. Y son solo algunos casos, a los que hay que sumar la larga lista diaria de sucesos y denuncias por distintos casos de violencia machista, larga, larguísima. Y sí, se acaban las palabras, porque es imposible encontrar una que realmente describa esta indignante tragedia convertida en goteo diario e incesante. La cuestión es hasta cuándo.
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