Vivimos tiempos fugaces, todo ocurre a velocidad supersónica y todo acontecimiento parece ser tan dramático como trascendental, como si lo que pasa a cada segundo fuese a quedar escrito a fuego para la eternidad. Y, al contrario, al poner en perspectiva temporal la estupidez del espectáculo desarrollado en el Congreso la semana pasada, por ejemplo, o la vergüenza ajena que da que un tipo como Boris Johnson haya logrado ser primer ministro de su país, no me cabe duda de que alguno de estos personajes acabarán apareciendo en alguna línea perdida del libro de la Historia -el de verdad, no en la Wikipedia-. Pero la mayoría -para horror de sus egos, que son los que parecen guiarles la mayor parte del tiempo- no estarán. Alguno, quizá, en las notas a pie de página y los menos, serán citados en algún capítulo. Siempre es buena idea tener presente al gran Roy Batty-Rutger Hauer: “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Naves de ataque en llamas más allá de Orion. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”. Él hablaba en otro contexto, pero hay una enseñanza aplicable. Como lágrimas en la lluvia...