Me libren todos los vecinos del Olimpo -y por aclarar conceptos y citando a los clásicos me refiero al Olimpo de Zeus, el padre de Apolo que también da nombre a Samuel L. Jackson en la tercera de La jungla de cristal, yippee-ki-yay hijo de...- de cuestionar las estrategias de los partidos en esta especie de tablero de Risk postelectoral en el que parece haberse convertido el territorio estatal. Ellos sabrán. Así, a vista de pájaro, parece que estamos ante un glorioso ejercicio de gatopardismo: hace no tanto estábamos demoliendo el bipartidismo y hete aquí que, con unas instituciones en todo el Estado con una variedad de siglas inédita, el escenario real es que PSOE y PP dominan el cotarro en sus respectivos rincones del ring. A la espera de verificar cómo se desarrolla el relato de la investidura de Pedro Sánchez -que sin duda nos ofrecerá aún muchos momentos de intriga, emoción y sorpresas-, capítulo aparte merece el devenir de Ciudadanos. De aquel Albert Rivera del primer debate de presidenciables antes del 28-A que le comió la tostada a Pablo Casado hemos pasado a un C’s convertido en aspirante a aliado del PP; de hablar del viaje al centro -ejem- del PP de Casado tras el 28-A, a hablar del giro a la derecha de C’s. Juego de tronos se queda, ante la escena postelectoral, en un juego de niños.