Me confieso. El otro día, mientras pasaba el rato apoltronado en el sofá, recalé en la cadena de televisión generalista que antaño explotaba las virtudes de las Mama Chicho como eje central de su programación. El caso es que, al contrario que en otras ocasiones, no hice nada para evitarlo. Supongo que la exposición continuada ante cierto tipo de contenidos dotados de un grado de chabacanería evidente ha logrado inocular en el catálogo de mis defensas el don de la inmunidad ante la chocarrería extrema. El caso es que frente a mis ojos se sucedían toda una retahíla de personajes aligerados de ropa que, tras una serie de gestiones vía móvil, logré relacionar con el programa Supervivientes, al parecer, buque insignia del canal en esta temporada, entre otras circunstancias, por la presencia en el elenco de una conocida folclórica, expresidiaria y fiel romera de El Rocío. Después conocí que ella y sus compañeros de reparto se bastan y se sobran para dominar con suficiencia la audiencia televisiva. Aquello me pareció fascinante, sobre todo, por la capacidad que tienen muchos humanos de abstraerse de la realidad con las propuestas culturales, aparentemente, menos trascendentales. Pero, como dice el dicho, para gustos están los colores.
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