Nunca he destacado como fino analista político. Supongo que, para lograr alcanzar esa categoría hacen falta muchas horas de vuelo y disponer de la capacidad y del tiempo necesarios para retirar el relleno que acostumbra a envolver el quid de la cuestión. En cualquier caso, y pese a tales limitaciones, hoy he descubierto que no siempre es preciso disponer de dotes detectivescas para reconocer los objetivos de ésta o de aquella formación cuando se sumergen en sus intercambios de diatribas y abundan en dimes y diretes. A veces, basta con escuchar lo que dicen y cómo lo hacen para intuir el camino por el que quieren transitar. Por ejemplo, si Ciudadanos asegura por activa, por pasiva y por perifrástica que jamás pactará con el PSOE y que su ideario liberal le impide congeniar con la derecha extrema, seguramente se refiere a que está como loco por tocar poder, sea con quién sea, y que donde dije digo, digo Diego, y que, en ocasiones, da igual arre que so y que bien mirado, da igual dar la mano al PP, a Vox, a los socialistas o al mismísimo foralismo navarro, que reúne en unas siglas todo aquello que presuntamente más molesta a los de Albert Rivera. La cuestión es llegar a la cima y, si no es con unos principios, será con otros, que siempre hay tiempo de cambiar.