Bueno, pues queda inaugurado este pantano, el de la XIII legislatura. Asumía ya de serie que todo tendría unos tintes electorales bastante notables, calendario obliga supongo. Pero el espectáculo ofrecido, fundamentalmente en el Congreso, deja corto el calificativo de electoralista. En realidad, no nos pongamos adanistas tampoco, está ya todo inventado. Sus señorías pasadas ya habían recorrido mucho en eso de utilizar el altavoz del Congreso para el pimpapum. Hemos visto cosas que no creeríamos. De hecho, hemos visto cosas que yo prefiero olvidar. Y empieza esta legislatura por todo lo alto, prometiendo mucha performance, que es lo que se lleva. La política espectáculo. Pensábamos que el temita este del juro-prometo ya lo había zanjado el Constitucional, pero no; la política española es el jodido eterno retorno. Sumémos a la polémica de los acatamientos la de los diputados presos del procés, que vive su enésimo episodio de judicialización de la política, y el resultado es que Albert Rivera no ha dado ni 24 horas de margen a Meritxell Batet. “Si fuera una presidenta decente...”, espetó ayer. La lucha en algunos terrenos de juego entre Vox y Ciudadanos vaticina más espectáculos en el hemiciclo a la luz de lo visto el martes. De política... ya tal.