A medida que ha ido avanzando la precampaña electoral, el presidente del Gobierno español y candidato del PSOE a revalidar el cargo, Pedro Sánchez, ha ido arrinconando de manera creciente su otrora pretendida apuesta por un Estado plurinacional de carácter federal y también ha orillado cualquier puente con las instituciones catalanas, a las que ayer mismo llegó a amenazar con la aplicación del artículo 155. De hecho, la formación socialista ha renunciado a plasmar su modelo de organización del Estado en el documento en el que, a modo de preprograma electoral de cara al 28-A, incluye sus 110 compromisos con la España que quieres, tal y como lo titula. Es más, se limita a plantear el fortalecimiento de “la España de las autonomías”. Si entre más de un centenar de compromisos que presuntamente adquieren de cara al futuro el líder socialista y su partido no plantean la definición, concreción y plasmación de un modelo territorial en el marco de unas elecciones que se prevén trascendentales, significaría que están renunciando a resolver un conflicto histórico que el Estado tiene en Euskadi y Catalunya y que ha marcado y marcará la realidad política y social del país. Ya desde el proceso interno que le llevó a la secretaría general del PSOE en 2017, Sánchez apostaba sin ambages -al menos, de manera aparente- por una reforma constitucional con el objetivo de “perfeccionar el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado”. Asimismo, los socialistas han incluido tradicionalmente en sus programas electorales -por ejemplo, para los comicios generales de 2015- la dotación de una estructura federal al Estado. Esta renuncia de Sánchez es un paso atrás. Es evidente que la fortísima presión que están ejerciendo las derechas de PP, Ciudadanos y Vox ha llevado al presidente a renunciar a ofrecer abiertamente a la ciudadanía su compromiso con una reforma territorial del Estado cada vez más urgente. El hecho de que, según todas las encuestas, vaya a necesitar a los nacionalistas vascos y catalanes si quiere gobernar añade preocupación a este desistimiento, ya que parece complicado que reciba los votos que precisa si no asume compromisos claros en ese sentido para desatascar el problema existente en Euskadi y Catalunya. Los últimos mensajes que sugieren la posibilidad de algún futuro acuerdo entre PSOE y Ciudadanos podrían explicar, también, este llamativo cambio de actitud.