Los resultados de las recientes elecciones autonómicas celebradas en Andalucía han encendido las alarmas en La Moncloa. La debacle socialista y la fuerte irrupción de un partido ultraderechista como Vox, que tiene capacidad de desestabilizar y ser la llave de la gobernabilidad, han trastocado los planes iniciales de Pedro Sánchez. Tras conocerse el desenlace electoral, el presidente del Gobierno español ha vuelto a rectificar sus intenciones, de modo que aunque hace tres semanas había proclamado su renuncia a presentar en el Congreso los Presupuestos Generales del Estado dado que no contaba con los apoyos necesarios para sacarlos adelante, el pasado martes anunció que llevará el proyecto a la Cámara el próximo mes de enero. Este cambio de actitud puede tener una doble lectura. De inicio, da a entender una intención -ya reiterada en múltiples ocasiones- de alargar la legislatura lo máximo posible. Por otro lado, supone de facto una presión añadida para las formaciones que sustentaron la llegada de Sánchez a La Moncloa por medio de la moción de censura, en especial para los independentistas catalanes. Los elementos que están encima de la mesa son claros. El desembarco de Vox en Andalucía se intuye como el preludio de lo que podría suceder en unas hipotéticas elecciones generales, máxime si se adelantan a los próximos meses. Es más, la suma de las diferentes derechas (PP, Ciudadanos y Vox) en la comunidad andaluza -y los coqueteos de las formaciones llamadas constitucionalistas con los ultraderechistas, a cuyo apoyo no hacen ascos- podría tener su traslación en el conjunto del Estado, lo que les podría dar una mayoría suficiente para gobernar. Si finalmente Sánchez presenta sus Presupuestos pero el Congreso se los tumba al no contar con los votos de los partidos catalanes -que ya han dicho que no los pueden apoyar habiendo presos del procés-, la situación se acercaría al límite para el presidente, que podría no tener más salida que convocar elecciones. Y si los pronósticos se cumplieran, el regreso de una derecha aún más radicalizada a La Moncloa sería un escenario aterrador para Catalunya. Por ello, urge que Sánchez tome la iniciativa y busque con ahínco, valentía y mucho diálogo el apoyo independentista. Es la única vía para que haya Presupuestos, se alargue la legislatura y haya tiempo y voluntad para buscar una solución democrática en Catalunya.