Hasta la presidenta de la Junta y candidata del PSOE a la reelección, Susana Díaz, ha admitido al final lo evidente. Tras resistirse durante dos semanas a analizar las elecciones andaluzas de mañana como una antesala de las generales, ayer, justo antes de cerrarse la campaña, Díaz vinculaba directamente ambas, tal y como ya había hecho Pedro Sánchez en el primer acto del 18 de noviembre al calificar a Andalucía como “la primera parada del tren de victorias socialistas”. A nadie se le escapa ya que del resultado de las elecciones de mañana en Andalucía depende la convocatoria adelantada de elecciones generales en el Estado, posiblemente en el primer trimestre de 2019, también el modo en que las encaren los partidos de ámbito estatal. Las andaluzas, además, siempre han sido un termómetro bastante exacto de la política del Estado, como cuando en 2015, Podemos y Ciudadanos (estos al de casi diez años de surgir en Catalunya) confirmaban su irrupción. Ahora, tres años y ocho meses después, las elecciones medirán sobre todo los porcentajes en que se divide el electorado que puede votar a la derecha, en torno a 1,5 millones de andaluces que apoyaron al PP en 2012, cuando los populares alcanzaron su techo con 50 parlamentarios, a 5 de la mayoría. De esa división, pero también de la suma resultante, a la que ni PP, ni C’s ni Vox han hecho ascos públicamente, dependerá que Andalucía siga siendo la única Comunidad en la que en casi cuatro décadas no se ha producido alternancia en el gobierno. A pesar de que el PSOE, según todos los sondeos, estará por debajo de sus actuales 47 parlamentarios, lo que presumiblemente le obligaría a un acuerdo con Andalucía Adelante (Podemos más IU) que marcaría también el signo de unas presumibles elecciones generales y posiblemente las polarizaría aún más si cabe. En realidad, todo lo que no se aleje demasiado de esa posibilidad, si coincide con la anunciada debacle del PP -las encuestas le sitúan en torno a su peor resultado, los 26 parlamentarios de 1990- sin que C’s le pueda arrebatar la condición de fuerza principal de la derecha, despejaría las escasas dudas que le quedan a Pedro Sánchez respecto a un adelanto electoral que le permitiría eludir, al menos de momento, el trámite de la no aprobación de los Presupuestos.