Las grandes crisis económicas no se sabe muy bien cuándo empiezan y tampoco cuándo se pueden dar por terminadas, pero como ocurre con cualquier acontecimiento histórico, la norma es poner una fecha para inscribirla en los anales. Para la crisis que ha sacudido al mundo en los últimos diez años, y de la que pocos se atreven a afirmar con rotundidad que ya es historia, esa fecha es el 15 de septiembre de 2008, día en que cayó Lehman Brothers, entonces cuarto banco de inversiones de Estados Unidos. Ese es el día que aparece en la partida de nacimiento de la mayor crisis desde el crack de 1929, pero todo empezó mucho antes, como coinciden en señalar los expertos. La defunción de Lehman Brothers fue el accidente múltiple que interrumpió una alocada carrera de ciertas entidades financieras para colocar créditos hipotecarios de alto riesgo de impago en un mercado pobre de controles reguladores. El tsunami originado por el terremoto estadounidense golpeó a cuatro de cada cinco países del mundo, el comercio global cayó un 20% y la crisis económica se apoderó de la agenda de los gobiernos, del sistema financiero, de la actividad de las empresas y del día a día de millones de personas, que perdieron sus empleos o vieron mermados de forma significativa sus ingresos. Diez años después, se habla de un proceso de recuperación económica que mira, no obstante, con recelo al pasado reciente y con temor al futuro. Es cierto que la dramática experiencia vivida ha llevado a una reordenación del sistema financiero y al establecimiento de ciertos cortafuegos que impidan la repetición mimética de un fenómeno de ese calibre, pero los expertos alertan de los riesgos que suponen aún el poder de los fondos de inversión, el sobrendeudamiento público y la no aplicación de ciertos ajustes en el diseño de la concentración bancaria. En el plano político, además, la crisis ha supuesto un inmejorable caldo de cultivo para el crecimiento de los populismos, ya que en el río revuelto del deterioro del nivel de vida de los ciudadanos es más fácil pescar descontento. Entre las incógnitas para el futuro más inmediato está el efecto que tendrá el auge del proteccionismo y el blindaje arancelario, con Donald Trump como líder. A día de hoy, sabemos lo que Lehman Brothers se llevó, pero parafraseando a la protagonista de la mítica película, está por ver si el mundo ha puesto las bases para no volver a pasar hambre.