La fórmula para la salida de la Unión propuesta por May, que los antieuropeistas quieren dinamitar, consiste en un área de libre comercio con libre circulación de mercancías. Es una propuesta con evidentes limitaciones. La Unión Europea siempre ha defendido que la libertad de circulación es indivisible: con las mercancías van los servicios y las personas. Estar en una unión aduanera sin participar en el órgano de gobierno que la regula es sin duda una pérdida respecto a la situación en la que estaba el Reino Unido antes de decir que se marchaba de la Unión. Pero ésta es la contradicción inherente al Brexit, que los sectores más radicales no parecen querer ver: al país le conviene no romper lazos con el resto de Europa, y el modo más conveniente para mantener esos lazos es ser un socio más. Dos años después se hace evidente el dislate que supuso un referéndum donde ganó la salida por la mínima, después de una decisión irresponsable de los líderes del Reino Unido. ¿Han vuelto a oír hablar del entonces presidente del Gobierno?