La tercera economía de la zona euro y una de las naciones que aparecen en la lista de los diez países más ricos del mundo, presenta hoy día un contexto político y social harto complicado.

Entre otras cosas, porque continúa siendo una de las grandes afectadas por la llegada de refugiados y migrantes que llegan por la ruta central del Mediterráneo, asumiendo la tarea titánica de rescatarlos en sus aguas y acogerlos en su territorio.

Por eso, los dos partidos que forman la actual coalición gubernamental italiana, la Liga y el Movimiento 5 Estrellas, elegidos democráticamente por la mitad de los italianos ¡ojo¡ han emprendido una cruzada contra las organizaciones humanitarias.

De tal modo que, el Gobierno italiano ha decidido unilateralmente echarlas de allí por peteneras, o bien, confiscando sus barcos, o bien, impidiendo el desembarco de los cientos de miles de rescatados en puertos italianos.

Y es que, el auténtico problema no son los dirigentes empapados de xenofobia por todos los poros de su cuerpo, que les han asegurado que acabaran con la inmigración -más pronto que tarde- sino los propios ciudadanos que los votaron ¡ay¡ en las pasadas elecciones.