En los últimos años, las instituciones públicas, empujadas por un legítimo y necesario movimiento de defensa de los derechos y de la igualdad de la mujer -y, entre ellos, el más fundamental de todos, el derecho a la vida-, han emprendido, con mayor o menor intensidad y acierto, diversas acciones y campañas en favor de la igualdad, en contra de todas las expresiones de machismo, en especial del maltrato y de las agresiones sexistas y de la violencia en cualquiera de sus formas contra la mitad de la población. Se trata, fundamentalmente, de concienciar a la sociedad y de movilizarla mediante el liderazgo público con el objetivo prioritario de evitar la muerte de decenas de mujeres -e incluso de sus hijos- víctimas de la violencia ejercida contra ellas por el mero hecho de ser mujeres, así como contra las actitudes machistas. Más de década y media después, el resultado es en cierto modo desalentador. Los asesinatos de mujeres no solo no se han reducido, sino que incluso aumentan. En 2017 han muerto en el Estado 52 mujeres, ocho más que el año anterior, a los que hay que sumar ocho niños y niñas víctimas también de la violencia machista que buscaba vengarse de sus madres. Pero es que, además, pese a las campañas y a la aprobación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género -un hito cuyos resultados están aún por ver-, lo cierto es que la lacra de la violencia contra las mujeres sigue sin ser vista como uno de los mayores problemas de la sociedad. Así lo reflejan, mes a mes y año a año, los datos que ofrece la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que revela que menos del 1% de la población del Estado español ve la violencia contra las mujeres como una de las mayores preocupaciones de la ciudadanía. El estudio manifiesta que la percepción social cambia en función de la actualidad y de acontecimientos que tienen reflejo en los medios, tanto por hechos violentos como por campañas o iniciativas que se ponen en marcha. Así, es revelador que es en noviembre, mes en que se celebra el Día Internacional contra la Violencia sobre la Mujer, cuando aumenta el porcentaje de población que sitúa esta lacra como una de los grandes problemas. Es evidente que algo no está funcionando y que, pese a todo, se debe seguir insistiendo en la lucha global contra una causa que debe concernir a toda la población.
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