La aprobación el pasado jueves con un amplísimo respaldo parlamentario en el Congreso de los Diputados de las leyes del Concierto Económico y del Cupo y la negociación y más que probable aprobación del acuerdo fiscal que hará posible que Euskadi cuente con Presupuestos el próximo año y se garantice con ello la estabilidad institucional ha coincidido con el cumplimiento del primer año de la presente legislatura del Gobierno Vasco de coalición PNV-PSE liderado por el lehendakari, Iñigo Urkullu, que cumple su segundo mandato en Ajuria Enea. Ambos casos, tanto la renovación del Concierto y el Cupo como el pacto fiscal y los Presupuestos, son ejemplos palpables de la naturaleza y las características fundamentales que han regido la gestión de estos doce meses tanto en el Ejecutivo vasco como, por la propia extensión del pacto, en el resto de instituciones: diputaciones forales y principales ayuntamientos. Si de algo puede presumir el Gobierno de Urkullu es de haber dotado a Euskadi de una envidiable estabilidad en el más amplio sentido: política, institucional, social y económica. Todo ello, marcado, además, por la aparente debilidad que supone no contar con la mayoría absoluta de los votos en el Parlamento Vasco. Esta circunstancia ha hecho de la cultura del diálogo y el acuerdo -que ya impregnaba, dada su transversalidad, el propio pacto de coalición- la seña de identidad más visible en la actuación de gobierno, con la consecuencia lógica de la extensión por parte del Gobierno Vasco de acuerdos plurales con todas las formaciones políticas. Todo ello ha llevado a la actual situación de estabilidad que es destacada no solo por las fuerzas que integran el Ejecutivo de coalición, sino también por la oposición y los diversos sectores sociales y económicos, sin olvidar que, pese a todo, Euskadi sigue teniendo graves problemas, fundamentalmente en el terreno del empleo y por la mala coyuntura de algunas empresas importantes pese a la evolución positiva general que apunta a una recuperación en todos los terrenos. Y no hay que olvidar que para que esta tendencia se consolide es imprescindible ofrecer seguridad y estabilidad. Más allá de este positivo balance provisional, la legislatura afronta aún grandes retos -como la reactivación económica, el nuevo estatus y la convivencia- que seguirán precisando de la misma fórmula de diálogo, acuerdo y estabilidad.
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