el charco político y mediático en que ha degenerado lo que debiera ser un debate democrático sobre Catalunya vivió ayer un nuevo capítulo que vuelve a poner en cuestión la credibilidad y fiabilidad de los grandes medios de información en el Estado, a los que estudios internacionales independientes sitúan a la cola de Europa. El Periódico publicaba una supuesta exclusiva con un documento presuntamente atribuido a la CIA en el que se daba cuenta de lo que parecía un aviso a los Mossos sobre un atentado en las Ramblas de Barcelona como ocurrió hace 15 días. Y que de ser cierto cuestionaría la versión oficial, tanto de la Generalitat como del Gobierno central, de que los atentados de Barcelona y Cambrils fueron improvisados tras la explosión de decenas de bombonas en un chalet de Alcanar donde los autores preparaban un gran atentado contra la Sagrada Familia. La información comenzó a ser cuestionada al poco en los principales medios europeos y de EEUU y el propio Julian Assange, periodista y ciberactivista que publicó a través de Wikileaks decenas de miles de documentos secretos de la diplomacia internacional, cuestionó la autoría de la CIA y la veracidad del documento. El director de El Periódico tuvo que explicar que el documento -con errores ortográficos y de puntuación gramatical-, era una recreación periodística, pese a que se presentaba a la opinión pública con el logo de la agencia estadounidense y apariencia de oficialidad, de la información que había recibido de una supuesta fuente por vía oral. Pese a ello, la mayor parte de los medios españoles siguieron dando credibilidad a la información, mientras que la mayor parte de los medios catalanes la vincularon a un nuevo ataque político contra los Mossos y Catalunya. A partir de ahí, tanto la Generalitat como los Mossos o el Ministerio del Interior intercambiaron declaraciones sobre los supuestos avisos recibidos que, además de incidir en reproches y acusaciones mutuas, sólo aportaron más confusión. Quizá nunca sepamos toda la verdad de lo ocurrido en Barcelona -se han publicado en pocos días decenas de falsedades-, pero sabemos que la intoxicación y manipulación al servicio de intereses políticos y económicos del Estado y las grandes empresas están ganando todo el terreno al ejercicio del periodismo al servicio del derecho de información de los ciudadanos. Y Catalunya lleva tiempo siendo un banco de pruebas de las cloacas policiales y judiciales del Estado para difundir informaciones falsas y publicar montajes sin base real alguna.