ha llegado el verano, y con él la sequía informativa, y con ellos las soplapolleces en la prensa. He leído en un medio -no recuerdo cuál, espero que no fuera éste- que según un estudio quienes toman omeprazol mueren no sé cuántos años antes que quienes no lo hacen. No decían por qué morían, solo que morían. Rellenar los periódicos con basura es perfectamente legítimo, los muros más resistentes también esconden escorias tras las sillerías, pero cuando se pone en juego la salud de la gente ya hablamos de irresponsabilidad. Sí, soy consumidor crónico de omeprazol. En mis tripas, productos como la ginebra, el cochinillo o los garbanzos lo mismo que bajan, suben, especialmente en combinación con el estrés. ¿Qué hago, dejo la pastillita prescrita por mi doctora? No, porque me bebo más de tres cafés al día -y de cuatro- y dice el periódico que eso alarga mucho la vida, pero, ¿qué hará la gente que toma por palabra de Dios la letra impresa y no es cafetera? Otra más. El verano pasado, un periódico, antaño prestigioso y ahora en franco declive, aseguraba en tono estival y desenfadado -o sea, superficial y estúpido-, en plena ola de calor, con los abuelos deshidratados en Urgencias y los runners desfalleciendo en las cunetas, que lo de los dos litros de agua al día es un mito, que no hace falta beber tanto. En fin.
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