La cosa no es para bromas. El último informe conocido de la UDEF califica a la familia Pujol de “organización criminal” y les acusa de haber obtenido unos 70 millones de euros de “beneficio económico no justificado” en relación a las famosas cuentas de Andorra. Sumémosle al asunto que el patriarca de la familia es nada más y nada menos que el ex molt honorable Jordi Pujol, todopoderoso president en su día y referente político de Catalunya durante décadas. La cosa no es para bromas. Y, en cambio, estas cosas de las corruptelas, al menos al sur de los Pirineos, siempre acaban adoptando una pátina berlanguiana. Hasta el momento, la larguísima investigación en torno a los dineros de esta familia nos había ido construyendo en el imaginario una familia al más puro estilo la famiglia, en la acepción empresarial del término. Incluso, si me permiten, cierta admiración ante la unidad exhibida por este gran clan, ajeno al parecer a las cuitas y rencillas que suelen adornar las relaciones familiares. Puede que el vil metal sea una buena argamasa. Luego sale a la palestra un documento en el que, al parecer, la matriarca se transmuta en “madre superiora” para mover los “misales” en tierras andorranas y de pronto una se siente, ya sin duda alguna, en el enésimo capítulo de La escopeta nacional.