La contundente victoria electoral de ayer del centrista Emmanuel Macron sobre la ultraderechista Marine Le Pen en la segunda y definitiva vuelta de las presidenciales francesas supone un voto de esperanza para el país galo, para Europa y para el mundo, tanto por lo que significa de cierta recuperación de la confianza en la política con mayúsculas para resolver los problemas a nivel interno -con todo lo que ello supone para el fortalecimiento de la democracia y de la propia República- como por la propia derrota del populismo xenófobo y eurófobo que aún amenaza al viejo continente. Aunque suene a tópico que se repite tras cada cita electoral, en estos comicios tan trascendentales ha sido la propia ciudadanía francesa y el sistema democrático el que sale fortalecido de las urnas. También la propia idea de la Unión Europea, puesta continuamente en cuestión tanto por el Frente Nacional como durante la campaña de la primera vuelta por otros candidatos como el izquierdista Melenchon, incapaz después de hacer una apuesta por la derrota de la ultraderecha. Porque otra de las derivadas de estas elecciones, y sobre todo después de los resultados, ha sido el empecinamiento de la izquierda gala en agrandar su propia crisis de identidad, ideas, proyectos y líderes. Un problema que se extiende de manera preocupante, también, por toda Europa, en especial en el Estado español -ahí está la grave división en el PSOE y el desconcierto absoluto de Podemos, abrazado al populismo-, y que las propias fuerzas de izquierda parecen incapaces de atajar. Así las cosas, Francia ha sabido dar una lección democrática derrotando al fantasma del populismo en sus distintas variantes. Quedan, sin embargo, varias dudas pendientes. La primera, es las políticas concretas que va a llevar a cabo Macron y con qué equipo va a contar para ello. Las próximas elecciones legislativas de junio darán la medida de su capacidad como líder, ya que su partido, surgido prácticamente de la nada, no cuenta con estructura ni cuadros como los de las formaciones tradicionales y es de esperar que el Frente Nacional obtenga unos resultados históricos. Asimismo, de cara a la UE, Macron tiene el reto -despejada, de momento, la sombra del Frexit-, de convertirse en un líder europeo y europeísta con ideas y políticas renovadas que fortalezcan la unión.