Donald Trump cumplió ayer sus primeros cien días como presidente de los Estados Unidos, un periodo en el que el inquilino de la Casa Blanca, y como tal la persona más poderosa del mundo, ha dado muestras más que preocupantes de que sus propuestas populistas, avanzadas durante la campaña electoral, y su conflictiva personalidad están, como mínimo, enrareciendo y envenenando la política norteamericana y, lo que es aún más preocupante, están agitando las relaciones internacionales. Pese a ello, también conviene resaltar que durante estos cien días en el poder Trump no se ha salido siempre con la suya, pese a que lo ha intentado de manera más o menos legal. Sus sonoros fracasos en asuntos de incuestionable importancia -sobre todo de cara a su propia legitimidad, porque eran promesas firmes con las que ganó las elecciones- como la construcción del muro de México cuya financiación rechazó el Congreso, la prohibición de entrada a ciudadanos de siete países musulmanes y la intención de expulsar a dos millones de inmigrantes ilegales que fueron paralizadas por los jueces o el tremendo revés que para él supuso el fallido intento de tumbar la reforma sanitaria de Barack Obama demuestran que su poder es limitado y que el propio sistema es capaz de frenar los excesos de un presidente, aunque éste sea un multimillonario arrollador y mediático como Trump. A todo ello hay que sumar los estrambóticos líos internos, en los que se ha enfrentado a la prensa, al FBI, a la Seguridad Nacional, al Congreso y a los propios conservadores, sin olvidar que ha hecho de la Casa Blanca un refugio para su propia familia y sus inconfesables relaciones y ramificaciones con Rusia, lo que configura un escenario ciertamente preocupante. En el ámbito internacional, además, Trump no ha dado con la tecla en el conflicto de Siria, ha cambiado de actitud respecto a la OTAN y mantiene la espina clavada de China y Corea del Norte, que ayer mismo celebró los cien días del presidente de EEUU con el provocador lanzamiento de un nuevo misil. “Pensé que gobernar era más fácil”, confesó Trump hace unos días, revelando, una vez más, su inquietante personalidad política. Con todo, el magnate sigue gozando de cierta confianza del electorado. Y le quedan aún más de tres años y medio de mandato.