El descenso del paro registrado, según datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, en los servicios públicos de empleo de Euskadi, con 1.066 parados menos en marzo que un mes antes y 15.779 menos que en marzo del pasado año, confirma no solo el cambio de tendencia en la empleabilidad sino que parece anunciar la entrada en otro ciclo económico a la que, sin embargo, convendría poner matices para no caer en optimismos excesivos y poco recomendables. Siendo cierto y relevante que por primera vez desde 2009, con el estallido de la crisis, el empleo ha crecido en marzo, un mes tradicionalmente malo, que el descenso interanual es del 10,25%, bastante por encima del 9,5% que se da en el Estado, y que en los últimos tres años en la Comunidad Autónoma Vasca se ha reducido el desempleo en 40.000 personas; no lo es menos cierto ni menos resaltable que los 138.157 parados registrados en la CAV (178.000 en Hegoalde) siguen aún muy lejos del nivel en el que el desempleo se denomina técnico y aún dos puntos por encima del objetivo del 10% que el Gobierno Vasco se ha marcado para 2020. Hay, además, otros datos que invitan a la prudencia. Como el hecho de haya crecido el número de jóvenes menores de 25 años en paro respecto a febrero o que únicamente 6.688 de los 76.809 contratos firmados, apenas el 8,7%, sean indefinidos, aunque hayan experimentado un repunte del 16% respecto al mismo periodo de 2016, mientras la mayoría de ellos no alcanza un mes de extensión. Euskadi aún necesita crear nuevos puestos de trabajo y, sobre todo, consolidar los creados en este incipiente crecimiento, limitando la precariedad y ofreciendo una estabilidad, laboral y económica, imprescindible para que el repunte se transforme en regularización del mercado laboral, tanto en cantidad como en calidad de empleo. Todo ello sin olvidar que los efectos de la prolongada crisis económica -que va camino de un decenio- en el empleo han castigado sobre todo a las mujeres (56%), los jóvenes y los mayores de 55 años y han cronificado el desempleo hasta el punto de que el 60% de los parados vascos no recibe ya prestaciones. En definitiva, la economía y el empleo parecen confirmar que Euskadi ha entrado en fase creciente pero también que no es, ni mucho menos, suficiente.