como hito histórico vendían ayer algunos la unanimidad en el Congreso para formar una comisión de investigación sobre la financiación de Partido Popular. 316 diputados presentes, incluidos los del PP, y todos votando a favor en un presunto acto de madurez y fortaleza democrática. “Esta comisión marcará un antes y un después en la salud democrática porque limpiaremos la gangrena del PP”, bramó todo orgulloso el portavoz socialista Artemi Rallo. ¡Pobre! Ingenuo si cree que los ciudadanos asistimos maravillados y esperanzados a esta prueba de honradez y más cándido aún si espera que la citada comisión conlleve algún tipo de consecuencia negativa para esos que últimamente se llevan el gato al agua en las elecciones. “Si quieres que algo no funcione, crea un comité”, decía Napoleón Bonaparte. Y la máxima sigue vigente tres siglos después. Lo intuimos todos y por supuesto también el PP que, ante la duda entre quedarse solo en la votación o presentarse como adalid de la honorabilidad aún en su perjuicio, optó por unirse al batiburrillo con la certeza de que nada finalmente se aclarará. Quizá el más sincero fue Aitor Esteban, del PNV, al mostrar su escepticismo y confesar que de esta comisión no espera sino que acabe “pariendo un ratoncillo”.