El 11-M, la fecha grabada a fuego como la mayor masacre terrorista perpetrada en Europa mediante los atentados que tuvieron lugar en varios trenes y estaciones ferroviarias de Madrid con la explosión de un total de once bombas colocadas en 2004 y que causaron 193 muertos, mantiene sus heridas abiertas trece años después. Volvió a quedar patente ayer, durante las distintas conmemoraciones en recuerdo a las víctimas pero es un hecho que resurge de manera periódica en el debate político y en los medios de comunicación. Tan es así que el presidente de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, Eulogio Paz, alzó ayer la voz para exigir el fin de las “mentiras”, el “olvido”, el “ninguneo” y las “falacias” respecto a los atentados y los damnificados y para demandar a las instituciones la construcción de un “relato objetivo” sobre lo ocurrido aquel fatídico día y las jornadas posteriores, donde desde el Gobierno español presidido por José María Aznar se edificó una gran mentira sobre la autoría material e intelectual de la masacre, apuntando a ETA con el objetivo de obtener réditos políticos o, al menos, para no perder apoyo electoral. También el presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Alfonso Sánchez, exigió verdad y justicia y aludió directamente a los supuestos informes secretos “guardados en cajones” desvelados recientemente por el ex director general de la Policía, ya jubilado, Eugenio Pino, considerado el jefe de la llamada policía patriótica, una especie de división paralela que con métodos casi mafiosos elaboraba informes secretos contra los adversarios del Gobierno, sobre todo sobre políticos independentistas. Las víctimas de estos brutales atentados no se merecen, trece años después de un caso ya investigado, juzgado y sentenciado, que antiguos responsables policiales o políticos pongan en duda la verdad de lo que sucedió aquel trágico 11-M, convertido desde entonces en una referencia ineludible de las consecuencias del fanatismo y la violencia terrorista. Los actos celebrados ayer quisieron transmitir una imagen de unidad pero dejaron claro que un “relato” sobre hechos tan trágicos no puede estar contaminado por cuestiones políticas, ideológicas o de otra índole. Las víctimas del terrorismo merecen y necesitan la justicia y la reparación que solo desde la verdad -toda la verdad-, se les puede proporcionar.
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