De vez en cuando te toca el taxista cachondo de Gasteiz. La senda será peligrosa, pero qué más da si te vas echando unas risas. Que me decía el otro día el compañero del volante que ahora que han descubierto varios planetas parecidos a la Tierra por esos universos lejanos donde podría haber vida, igual tendríamos que habilitar en Foronda una pista de aterrizaje para naves espaciales, viendo que el aeropuerto de nuestras entretelas parece que tiene mucha gente queriendo ayudarle pero luego los aviones que no pueden aterrizar en Loiu terminan en Santander o Madrid. Esto nos pilló mientras en la radio empezaban a hablar del tren de alta velocidad y su entrada en la capital alavesa. Aquí, el amigo de la carretera ya se empezó a descojonar tanto que en la recta de la Avenida Gasteiz empecé a temer por nuestras vidas y por uno de los semáforos del cruce con Beato Tomás de Zumárraga. Entre los dos empezamos a echar la vista atrás para intentar averiguar la primera vez que la palabra soterramiento había aparecido en nuestras vidas, pero cuando ya empezábamos a remontarnos al paleolítico superior, decidimos que lo importante no era desde cuándo sino hasta cuándo. “Antes estaré yo bajo la tierra que el tren”. Y me cobró 7,90.