El Partido Popular cierra hoy su XVIII Congreso, celebrado en un momento dulce y diseñado a la medida para que ningún sobresalto pudiera ensombrecer el liderazgo de Mariano Rajoy ni cuestionar siquiera sus decisiones, su política ni su gestión. La realidad, sin embargo, aguardaba algún trago amargo para los populares, que, pese a todo, han vuelto a mirar para otro lado cuando ha irrumpido el sempiterno asunto de la corrupción tras la primera sentencia condenatoria a la cúpula de la trama Gürtel, se han producido acusaciones internas de “pucherazo” en alguna votación con dimisión incluida o cuando han tenido que aparcar decisiones polémicas para evitar una imagen de desunión. Todo ello, desde luego, muy rajoniano. El líder del partido -proclamado ayer con una adhesión más propia de formaciones y regímenes de otros lares- dispone así, de nuevo, del control absoluto, sin atisbo alguno de contestación pese a que la realidad es que desde hace tiempo afloran voces que cuestionan la actual dirección, encarnadas en personalidades que tuvieron peso en su tiempo como José María Aznar, Jaime Mayor Oreja o María San Gil. La decisión personalísima de Rajoy de volver a contar con la cuestionada María Dolores de Cospedal como secretaria general supone una nueva demostración de la manera en la que el reforzado líder popular entiende la política, aunque para ello tenga que desairar a una parte importante del partido -quizá mayoritaria, de ahí las acusaciones de pucherazo- que exige que se ponga fin a la acumulación de cargos. En definitiva, el PP cierra su Congreso sin ideas nuevas -no las necesita, parece inferirse, dada la debilidad y división de sus rivales-, sin debate interno, sin cerrar cuestiones polémicas que hieren sensibilidades -el aborto, la maternidad subrogada-, pasando de puntillas sobre la corrupción, sin autocrítica y sin una renovación mínima ni de personas ni de ideas o propuestas sobre economía, estado de bienestar, educación o modelo de Estado. Respecto a Euskadi, el PP aprobó “el respeto a las especifidades forales del País Vasco y Navarra”, así como la “defensa de Navarra como comunidad foral y española” y el apoyo a la supresión de la disposición adicional de la Constitución que prevé su unión con la comunidad vasca. Pura retórica, como el resto de contenidos del XVIII Congreso popular, diseñado y celebrado a mayor gloria de Rajoy.
- Multimedia
- Servicios
- Participación