Vivimos tiempos curiosos. Tiempos de globalización, de interconexión a gran escala. Tiempos en los que tenemos cientos, miles de amigos en redes sociales, en los que compartimos en el ciberespacio cada segundo de nuestras vidas hasta el punto de que a veces podríamos dudar si lo que no ha acabado en una foto en Instagram o en un agudo comentario en Twitter ha existido. Pero, a pesar de todo, la experiencia Pro de la vida es la que nos zambulle sin necesidad de pantallas. Casi nada se puede vivir, vivir de verdad, si no es en vivo y en directo. Hay interacciones con otros seres humanos para las que el Me gusta o el retuit se quedan tan tan cortos. Hay momentos en los que, por ejemplo, estar ahí sirve para volver a la tribu, no por el placer de sentirse parte de algo, sino por el placer de compartir con alguien. Y todo esto porque hoy llegará Celedón de nuevo a nuestras vidas, porque las calles de Gasteiz se llenarán de fiesta, y porque la vida nos da demasiados golpes como para no aprovechar cada segundo a nuestro disposición para compartirlo con la gente que queremos. Ellos son la última trinchera, los que nos dan luz. Y las fiestas son un buen motivo para seguir atesorando esa luz. Dediquémonos pues a compartir y disfrutar. Y hagámoslo, no lo olvidemos todos y todas, en libertad, igualdad y convivencia.