Me dio la risa floja cuando Gerard Piqué -ese traidor a la madre patria al que pitan a rabiar por todos los campos de España- metió el gol del triunfo ante la República Checa, una selección hasta casi al final resistente, numantina y respondona ante los embates de la brava y sin embargo ineficaz defensora del título europeo. Cómo les habrá jodido a algunos que venga un catalán -y catalanista además- a evitarle el sonrojo a un país epicentrado en Madrid. Y si no, explíquenme por qué el Real Madrid, y solo el Real Madrid, tiene un canal de televisión en abierto para él solo generosa y consecuentemente concedido por el ahora Gobierno en funciones. Piqué marcó el mismo día del debate a cuatro, además. Menos mal que el Felipe VI estaba allí, en el palco animando a La Roja, trabajando como un poseso por y para su país. Que digo yo que si no es por él no ganan los españoles ni a las canicas. Por eso va al palco de honor -supongo que tratado a cuerpo de rey-, por eso triunfan los de Del Bosque y no por ese Piqué que mete la cabeza a centro de Iniesta, otro del odioso Barça aunque a este se le puede perdonar porque nació en Albacete. No estarán muy contentos los de Madrid, no, que le deben el primer triunfo de SU selección al antimadridista más odiado. ¡Ay! si no fuera por estos ratitos...
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