Sin entrar siquiera en las condiciones planteadas al comité de empresa para la reapertura de la planta de ACB Sestao dos fines de semana al mes con la mitad de la plantilla, dado que dependerá de la decisión que la asamblea de trabajadores tome al respecto, las pretensiones que la dirección de ArcelorMittal ha hecho llegar al Gobierno Vasco como premisas para la continuidad de la producción en ACB Sestao se antojan limítrofes al chantaje. Algo de lo que, por cierto, ya se acusó en 2003 a Arcelor cuando la entonces empresa resultante de la fusión en 2001 de Aceralia, Arbed y Usinor planteó un ERE tras una caída de un 30% de la producción con el que, según los sindicatos, se pretendía sufragar con dinero público las nóminas durante seis meses. Ahora, en lugar de constituir un plan industrial razonado y razonable que contemple las verdaderas capacidades de la planta e incluya previsiones de producción, inversiones y empleo a largo o cuando menos a medio plazo, los planteamientos realizados por la empresa sólo pueden analizarse como un burdo intento de explotación aprovechada del esfuerzo que las instituciones públicas vascas han sido y son capaces de hacer para mantener nuestro tejido industrial y el empleo correspondiente; esfuerzo que, por cierto, el Gobierno Vasco viene realizando con Arcelor durante los últimos ocho años a través de ayudas a la investigación y el desarrollo o en la búsqueda de soluciones políticas al incremento de las tarifas energéticas o a la amenaza de la exportación de los excedentes chinos de acero. La exigencia por ArcelorMittal de desorbitadas ayudas mensuales de cientos de miles de euros para I+D o para una mayor eficiencia energética sin justificación evidente o la pretensión de que la custodia de la planta pase a ser responsabilidad directa del Departamento de Seguridad del Gobierno Vasco no son otra cosa... salvo que la empresa pretenda un estudiado pulso porque únicamente contempla como horizonte final el cierre de una planta moderna y rentable para evitar que se sume a la competencia. En todo caso, el disparatado planteamiento ¿empresarial? para la ACB niega a Lakshmi Mittal, quien al hacerse en abril de 2006 con Arcelor pese a las reticencias de gran parte de los accionistas, se comprometió a “no plantear reducir empleos y a no transferir ni reducir la inversión” en la empresa.