oigo a Pedro Almodóvar lamentar que su nombre figure en la retahíla de ricos que han escondido su dinero en las sociedades offshore. Que no lo sabía, que todo es cosa de su hermano, pero que la ignorancia no es excusa para aparecer en tan “despreciables papeles”. ¿Despreciables? Yo más bien los catalogaría de adorables. Porque nos han permitido constatar, una vez más, la absoluta falta de empatía de algunos privilegiados con sus semejantes. Hay una estirpe que tiene interiorizada su superioridad sobre el resto, una minoría de humanos que piensa que se lo merece todo aunque sea a costa de los que menos tienen, o precisamente gracias a ellos. Por eso no quieren pagar impuestos, porque se trata de un dinero que nadie más lo merece, aunque a ellos le sobre, que en la mayoría de casos es así. Son mala gente con la ética corrompida. Y casi siempre cuentan con la connivencia de los bancos, no lo olviden, esas empresas a las que no dudamos en rescatar cuando la cagan aunque, ya lo he escrito más veces, solo sean como paraguas que se abren cuando sale el sol y se cierran cuando comienza a llover. Al menos, los papeles de Panamá se han llevado por delante al ministro Soria. Alguno más caerá. ¿No les decía que son adorables?
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