llega Semana Santa y quien más quien menos se dispone a descansar, aunque sea un poco, para coger fuerzas de cara al todavía extenso tramo restante hasta el verano. Son días en los que casi todo se para, ya saben, los colegios y sus endiablados calendarios siguen encauzándonos la vida como cuando éramos pequeños. La agenda política también parece ralentizarse a la vista de estos días de asueto y recogimiento. ¡Manda huevos! Se cumplen ahora tres meses desde las elecciones y los diputados siguen chupando del bote, haciendo que hablan y, por supuesto, sin parar de cobrar mes a mes sin hacer nada que justifique sus sueldos. Un buen chollo, sí señor. Así, entre unas negociaciones y otras pasan seis meses para desembocar en nuevas elecciones y otra vez a empezar. Se alargan las legislaturas a cinco años de sueldo, que no de trabajo, garantizado. Y el resto tirando de donde no hay para seguir pagándoles sus en absoluto justificados emolumentos. Un timo más en este sistema que parece diseñado para abrir brecha entre unos y otros. Malo para nosotros pero ojalá también perjudicial para ellos a medio plazo si siguen tumbados a la bartola -por no decir tocándose los huevos- y riéndose del populacho que les mantiene en las alturas.
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