Sí, ya sé, que nos quedan dos telediarios, que esto es un valle de lágrimas, que las navidades son una mierda consumista, que no nos va a sacar nadie de pobre porque no nos ha tocado ni el Gordo de la lotería ni el Niño ni la abuela que fuma, que... Eso lo tengo claro. También que Mariano sigue siendo presidente. Sí, por desgracia. Tampoco se me ponga en plan happy hour y me diga que todo es maravilloso, que la vida es un milagro divino por el que hay que dar gracias cada segundo, que la felicidad nos invade, que la Navidad es la mejor fecha del año porque todos semos buenos, fantásticos, solidarios y majos como para cubrirnos de besos, que no tendremos dinero pero sí salud, que... Eso tampoco es. Mariano, en algún momento, dejará la Moncloa. No jodamos. Tiene que haber, digo yo, un punto intermedio. Pero bueno, haga lo que haga, no se me atragante estas fechas, que entre cenas y comidas con unos y con otros, la cosa viene cargada de conversaciones, pensamientos, reencuentros, malos rollos, recuerdos para todos los gustos... Nos guste o no, esta época es diferente, especial. En unos casos, en clave positiva. En otros, no. En la mayoría, una mezcla. Así que procure disfrutar. Incluso aunque sea Mariano. O Pedro, que tanto monta...