Tarde o temprano, la amenaza del yihadismo tendrá espacio en la campaña electoral. La actualidad lo acabará imponiendo, aunque algún partido se muestre reacio a posicionarse ante la posibilidad de participar junto a otros países en el frente de guerra contra el Estado Islámico. El viernes se cumplían tres semanas de la cadena de atentados, ataques y toma de rehenes en París y no ha pasado un solo día desde ese 13 de noviembre en el que se detuviera la escalada de réplicas y contrarréplicas armadas, detenciones y amenazas. La capital francesa ha empezado a volver a la normalidad: si persiste el miedo, los ciudadanos y los miles de turistas lo combaten con aparente naturalidad mientras el presidente François Hollande sigue con sus contactos diplomáticos ampliando el círculo de aliados. En Donostia, dos reclusos de Martutene -uno de ellos, natural de Gipuzkoa y sin vínculos aparentes con el yihadismo- han sido detenidos por su presunta colaboración con el Estado Islámico, mientras que la persona arrestada en Iruñea el pasado martes ha pasado a prisión. En EEUU, las investigaciones sobre el tiroteo registrado en San Bernardino no descartan un móvil de agresión yihadista, a la vista de las evidencias. Así las cosas, y frente a esta amenaza global, el gobierno del PP ha puesto en marcha una web en la que los ciudadanos pueden comunicar sus sospechas sobre posibles movimientos de yihadistas en su entorno. Un arma de doble filo y no exenta de riesgos esa de abrir la espita de las denuncias, en la que, de repente, todo el mundo pasa a estar implicado como posible objeto de una denuncia, fundada o no. Y no será extraño que abunden las voces de alarma porque la reciente encuesta de un periódico de difusión estatal ponía de manifiesto el elevado porcentaje de ciudadanos (el 83% de los consultados) que no dudan de que España será escenario de un atentado. Un sondeo que, volviendo al principio, desvelaba que el 54% de los consultados se oponen a una intervención armada española en el conflicto, mientras que un 34% la apoyaría. Así las cosas, no será un asunto menor de mítines y debates que cada partido se posicione: ¿apoyan o rechazan participar en la guerra contra el Estado Islámico? Sí, importan el paro, la salud, la educación, etcétera, etcétera, pero la posibilidad de participar en una guerra debe estar en la agenda de campaña.