Cañizares se disculpó, viendo lo equívoco de sus palabras. Pero sabíamos que otros volverían. José Ignacio Munilla lo ha hecho y detrás, un buen grupo de católicos. ¿Por qué?
No es la perspicacia cultural y la vocación de justicia, no. Hay que ser un demagogo del tres al cuarto para volver a esto y así. Porque es no saber discernir el ministerio eclesial de la vocación política que los consume; es un ego descontrolado que los hace creer que son vigías y salvadores del occidente cristiano, cuando sólo ven a dos palmos de sus narices.
Son agoreros que se pasan el día diciendo que son las doce y, al final, necesariamente aciertan dos veces. Y se lo creen. ¡Qué cruz!