Cuando eres aficionado a las novelas de misterio, rollo Hercule Poirot, sabes que ante cualquier acontecimiento -los acontecimientos en estas historias suelen significar un cadáver en la biblioteca- una de las preguntas clave es a quién beneficia la muerte. Andaba dándole vueltas a esta pregunta mientras asisto al capítulo 2.345.217 de esa lucha de titanes entre Mariano Rajoy y Artur Mas. Y estos días de reuniones y fotos me estoy quedando con unos cuantos fotogramas de esta macropelícula, buscando respuesta a esa pregunta. Pensando en cómo Mas ha pasado de ser una figura política amortizada a líder del proceso de “desconexión” del “Estado catalán independiente en forma de república”, inmovilismo de libro de Rajoy mediante. Y pensando también en cómo a Rajoy le ha venido la declaración de desconexión a ver para desviar el foco de esta campaña electoral de la economía -que irá mejor y todo lo que quiera Montoro, pero la calle no lo nota demasiado- para centrarlo en ese terreno más cómodo para él de la unidad territorial; aunque tenga que compartirlo a codazos con Ciudadanos, porque al final parece que el más perjudicado en la carrera por sacar cabeza en este asunto es el PSOE. Es quizá sólo un aledaño de lo que está ocurriendo, pero tienen su punto estos vasos comunicantes.
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