Euskadi puede ser una isla de prosperidad en 2020, no solo en el Estado español, sino en Europa”. Así lo afirmó ayer el lehendakari, Iñigo Urkullu, durante su discurso ante directivos y profesionales de Osakidetza en el acto que tuvo lugar en el Hospital Universitario de Basurto. La aseveración de Urkullu podría parecer un eslogan propio de una campaña electoral o un desiderátum de quien, como responsable con su gestión del rumbo de un país, anhelara como objetivo a alcanzar en el plazo de cinco años. Sin embargo, se trata de datos aportados por un organismo internacional independiente, totalmente ajeno a la administración vasca, como es el Instituto Federal Alemán para los Asuntos Urbanos, con sede en Bonn, que ha realizado una mapa con la proyección a 2020 de la población europea en riesgo de pobreza o de exclusión social. Este mapa, dividido por regiones, dibuja diferencias significativas en el entorno de los países del viejo continente. En él, tanto la comunidad autónoma vasca como Nafarroa figuran no solo a la cabeza de todo el Estado español en el nivel de bienestar previsto a cinco años, sino que aparecen entre las regiones mejor situadas de Europa, en igualdad con las zonas tradicionalmente más prósperas de Austria, Suiza, norte de Italia, Países Bajos, Noruega, Suecia, Finlandia o Islandia. Esta clasificación puede y debe enorgullecer a todos los ciudadanos vascos y a los responsables públicos, porque esta situación, envidiada en muchos lugares, es fruto del esfuerzo, la dedicación, el impulso emprendedor y la solidaridad de todos y resultado también de las apuestas políticas, sociales y económicas realizadas desde las administraciones y el sector privado. Con todo, hay aún mucho por hacer. La situación de Euskadi en este mapa, con ser excelente comparativamente, indica que existe un riesgo de exclusión social para entre el 13% y el 17% de la población. Ello supone que hay que seguir trabajando tanto en la generación de riqueza y desarrollo como en la implementación de políticas de solidaridad y cohesión social para impedir la exclusión de los más desfavorecidos. Euskadi no debe conformarse con ser la región europea con mayor nivel de prosperidad en su entorno, sino que debe aspirar a figurar en el top de las zonas privilegiadas con menor riesgo de pobreza entre su población.
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