Decía ayer la consejera de Educación del Gobierno Vasco, Cristina Uriarte, que el euskera es “un instrumento de convivencia y cohesión social”, que el euskera “no es de nadie” sino “de todos” los vascos y que, sobre esta base, el apoyo a la lengua es una responsabilidad “de todos”. Y si estas palabras tienen sentido en cualquier escenario, adquieren aún más relevancia y significado si se pronuncian, como ayer, en el marco de la celebración de una nueva edición del Araba Euskaraz, esta vez a cargo de San Bizente Ikastola de Oion. No es la primera vez que este centro, con tres décadas largas de historia, se encarga de organizar la gran fiesta del euskera en el territorio alavés -en esta ocasión la fiesta se trasladó a Gasteiz, entre otras razones con el objetivo de facilitar la asistencia y así, además, favorecer el logro del objetivo de fondos para abordar las mejoras de infraestructuras necesarias en la ikastola-, siendo como es abanderado de este modelo educativo y en general del euskera en Rioja Alavesa, donde la extensión del euskera adquiere un triple significado de identidad, diversidad y convivencia. Se calcula que el porcentaje de euskaldunes y de personas que entienden el euskera aunque no lo hablen se ha multiplicado por quince en las últimas tres décadas en Rioja Alavesa. Unos mimbres que se resumen -y que explican en buena medida- en el lema elegido para esta edición del Araba Euskaraz, Piztu euskara, una llamada que, como han insistido los propios organizadores, “no es una orden, tan sólo una invitación”. Lo explicaba Gema Berzal, directora de San Bizente Ikastola, en una entrevista en DNA el domingo: “La relación del euskera con Oion es cada vez más natural, que es por lo que llevamos años trabajando; porque ha de ser así, la cultura euskaldun es parte del pueblo, de su identidad. Al margen de historias políticas”. Y es que esas historias políticas han planeado en los últimos tiempos sobre esta ikastola con la permanente amenaza del ya exalcalde popular de anular un acuerdo del Pleno por el que se autorizaba una subvención anual al centro conveniada hace quince años. Pero ayer no era día para historias políticas, sino para evidenciar y poner en práctica ese valor del euskera como punto de unión y, al tiempo, de diversidad. Un objetivo en el que se implicaron activamente las miles de personas que se acercaron hasta el recorrido preparado desde Armentia hasta el parque del Prado, encendiendo el euskera.