no sólo la mera fatalidad, sino también la violencia expresa, los roles machistas o incluso el sexismo sutil que siguen anidando en muchos de nuestros vecinos de al lado, quisieron que el jueves santo se convirtiera en Vitoria en un jueves negro. Una joven de 29 años era en la tarde de ayer repentinamente asesinada en su domicilio conyugal de una céntrica calle de la capital alavesa acuchillada por su marido, quien se entregó ante una patrulla de la Ertzaintza poco después. Justo al día siguiente de que el Gobierno Vasco presentara una guía, editada en seis idiomas, con los recursos y servicios dirigidos a mujeres maltratadas y cuando este año parecía transcurrir en Euskadi sin víctimas mortales -cuando más de una treintena han perdido la vida a manos de sus parejas en la última década-, una nueva tragedia en un piso de la céntrica calle Ricardo Buesa de Vitoria volvía a poner ayer en primer plano la lacra de la violencia machista. Y el hecho de que el matrimonio fuera de origen rumano -como se apresuraron a destacar ayer algunos foros digitales- no cambia un ápice la gravedad social de esta lacra, que no entiende de orígenes, sino únicamente de roles machistas y patriarcales muy arraigados en la cultura de la propia sociedad alavesa y en muchas mentalidades de nuestros vecinos de toda la vida. Que se lo pregunten, si no, a los familiares de Asun Villalba, Estíbaliz Angulo, Tere Egurrola o Amagoia Elezkano, las últimas víctimas mortales alavesas, salvajemente acuchilladas todas ellas por sus parejas durante la última década en Vitoria, Baños de Ebro, Araia o Llodio, respectivamente. Y sorteando también fronteras, la lacra del terrorismo machista se acaba de cobrar también esta misma semana cinco asesinatos -tres mujeres y dos niños- en sendos episodios registrados en Málaga, Lleida y Gibraltar. Es necesario subrayar que la violencia contra las mujeres no es un problema doméstico ni que afecte únicamente a determinados colectivos sociales o a víctimas con un perfil social, económico o cultural concreto. Y que se trata no únicamente de un problema criminológico, sino que responde a determinados roles, comportamientos cotidianos o mentalidades toleradas que apuntalan cada día la desigualdad, llegando en el caso más extremo hasta asesinatos como el vivido ayer en Gasteiz.