Las dos encuestas sociopolíticas realizadas por Gizaker para el Grupo Noticias en un contexto preelectoral tanto en Nafarroa como en Gipuzkoa arrojan, aunque con algunas diferencias, una conclusión similar: la necesidad de cambio que, en mayor o menor medida, demanda la ciudadanía de ambos territorios y la imperiosa necesidad de pactos entre diferentes que serán necesarios para conformar gobiernos estables. En el caso de la comunidad foral, la demanda de cambio político es un auténtico clamor social, ya que nada menos que el 81,1% de los ciudadanos navarros apuesta por la alternancia, con lo que únicamente uno de cada diez electores opta por mantener el statu quo. En este sentido, el desplome que, según el sondeo, experimentará UPN abre de par en par las puertas a satisfacer a esa amplísima mayoría social que plantea un relevo en el poder -casi podría hablarse de un cambio de régimen- tras décadas de gobiernos del bipartidismo que han conformado los regionalistas y PSN, en muchos casos unidos y en otros, ante la negativa de los socialistas, obligados por Ferraz, a materializar el cambio. Y es que la necesidad de una alternativa, además de imperiosa, es en sí misma complicada, dada la previsible fragmentación del voto que el propio sondeo pronostica. Ello significa que se precisará el acuerdo de al menos tres fuerzas políticas para articular un gobierno que pueda abordar con garantías los desafíos de la comunidad foral, en especial la salida de la crisis económica, el paro y la necesaria regeneración política, social y ética tras los sucesivos gobiernos de UPN y la corrupción rampante que ha generado o consentido en su seno. En este sentido, no está claro qué sucederá, aunque la opción mayoritariamente preferida pasa por un liderazgo de Uxue Barkos (Geroa Bai) como candidata mejor valorada y más conocida. Por su parte, Gipuzkoa opta también por el cambio tras una legislatura de ineficaz gobierno de EH Bildu, mostrándose el PNV como la alternativa mayoritariamente preferida para el relevo y como referencia de partido que mejor defiende los intereses del territorio y de Euskadi y que más confianza ofrece para la gestión. También en este caso la atomización del voto complicará la gobernabilidad de un territorio que se jugará su futuro entre dos modelos muy distintos.